Crónicas de San Mateo
Por Juvenal León Rodríguez
San Mateo desde su fundación como Misión de Indios, ocurrida
el 21 de septiembre de 1715, alcanzó connotación increíble por la desprendida
voluntad de sus habitantes de brindar abrigo a los innumerables peregrinos que
llegaron y establecieron su residencia en la región. El poblado semejaba una
posada albergando a cuanto forastero elegía este lugar para ubicarse como un
paisano más. Célebres personalidades detuvieron su andariego andar, cansados
algunos de tanto huir de los peligrosos teatros de operaciones de las fatídicas
guerras o quizás de los lances fortuitos que apresuraban las fatigosas e
interminables caminatas, encaminadas a cualquier paraje lejano de esta
geografía incierta, alejada hacia otra que ofreciera tranquilidad, paz y
confianza para la normal convivencia humana.
Asimismo, extraños personajes encontraron espacio a su afán
desmedido de apoderarse de las pertenencias de la comunidad indígena,
perturbando el sosiego de sus dueños con Juicios Reivindicatorios amañados,
complacidos en su voracidad por complicidades de servidores internos dispuestos
en todo momento a proporcionar los “auxilios jurídicos” y los testigos
creadores de la figura legal para complacer la pretensión antojosa de los
usurpadores de turno. Esta actitud estaba dirigida a cobrar a la raza indómita
los desafueros cometidos contra sus “paisanos”, por los daños ocasionados a
causa de los maltratos recibidos al pactar con ellos, como únicos poseedores de
tierras, el alquiler de algún terreno para ubicar los rebaños de ganados, y al
menor disgusto los hacían desalojar.
La magnífica ubicación del poblado permite a encumbrados
apellidos comenzar a cubrir el escenario parroquial, atomizándose como una
enredadera en el envejecido árbol genealógico local; así, fueron apareciendo
Francisco Guzmán Droz con Catalina Pérez, Gaspar Ruiz con Aniceta Madrid,
Simeón Moret con Luisa Hernández, Cleobulo Trías con Petronila Ruiz, Ginesa
Rojas con Gerónimo Pérez, Albertano Alfaro con Feliciana Rojas, Domingo León
con Clotilde Guzmán, José Genaro Ávila con Aniceta González, Diego Pérez con
Lucila Cumana, Florencio Ríos con Ramona Santoyo, José Gregorio Arcia con
Celestina Maestre, Antonia Madrid, Matías Barrios con Francisca Rojas Linares,
Carlos Leal con Justa Jiménez, Loreto Urpín y Silveria Pérez, Luisa Lanza,
Manuela Herrera, José Lino Romero con Rosario Guzmán, Calixtra Guillent, Luis
Fernando Bastardo con Amalia Trías, Gregorio García con Dolores Trébol, Viviano
Villael con Inés Villael, Rafael Ramírez con Bárbara García, María Luisa
Aguilar, Laureano Rojas con Josefa Alfaro, José Rafael Medina Graffe, Pedro
José Urbano, Santiago Aponte, en su unión con Arcadia Ruiz, Ramón Núñez, con
Merced Barrios, Demetrio Fuenmayor, enlazado con Matilde Zamora, Francisco
Ortíz con Francisca Guevara, Wesenlada Figuera, Marcelino Pinto con Dolores
Fuenmayor, Ramona Báez con Diego Suárez, Luis Borges con Juana Francisca
Falcón, Pedro Alemán con Celestina Guzmán, Celestino Maestre con Ofelia Lanza
Silva, Domingo Duran con Rosa Zamora, Beatriz Bermúdez, y César Guillermo
Santana Michelony con Úrsula Guzmán; fascinante y atractiva oferta para la
cosecha local que representaban los Araguache, Paraguán, Maita, Poreza,
Guanique, Guaipo, Maigua, Tabare, Camayaguán, Uray, Aray, Teneú, Pericana, ,
Guatarama, Guarisma, Medero, Tremaria, Arepo, Moni, Yacua, Monoche, Chiquita,
Navas, Taita , Cune, Guarapo, Femayor, Guarante, Puesme y Cumana.
En el poblado se gestó un provechoso linaje genealógica
generada por el mestizaje que otorgó el novedoso talante a los habitantes de la
vecindad, proporcionando igualmente la fortuna de ver incrementada la
demografía en la localidad; útil circunstancia que proporcionó al lugarejo las
herramientas necesarias que permitieron sostener con gallardía la importancia
política alcanzada en aquellos tiempos aciagos.
En el amanecer del nacimiento de la aldea aparecieron tras la
huella de los corregidores, Ricardo y Antonio Carvajal, los señores Domingo
Guzmán, Francisco José Guzmán, Agustín Guevara, Diego García, Cristóbal Coll,
Manuel Bullos y Diego Caballero; el auge económico determinado por el régimen
de plantación empujaron al vecindario a los Ortíz en la unión de Francisco
Ortiz con Agapita Guevara, como ramal originario del prócer de la independencia
Francisco Policarpo Ortíz, residenciado en San Mateo para ocultarse de la historia
y alejarse de las embarazosas luchas intestinas que caracterizaban a los
libertadores de Oriente, más por lealtad al ilustre consanguíneo que por
temores personales; Matías Rojas de Guevara, quién estrenara su huella en la
zona después de haber remontado el caudaloso piélago que lo trajo hasta la
encantadora Isla de Margarita y luego a Aragua Barcelona, unido a Grecia de
Guevara, progenitores de Genisa y José Ventura Rojas, la primera casada .con
Jerónimo Pérez, creadores de Mariana, Jerónimo y de Catalina Pérez Rojas, y el
segundo enlazado en sus nupcias con Bárbara Pérez, progenitores de Cantalicio y
de Feliciana .Rojas Pérez; quienes en sus bodas con María Linares y con
Albertano Alfaro, respectivamente, testimonian la representación de la ilustre
estirpe, que esparció sus raíces como la flor de la siempre viva; Cleobulo
Trías, resplandece como obsequio de la esplendorosa raza europea, prendado en
los encantos de Petronila Ruiz, luciendo su apelativo sin desmedro por haber
perdido la “F”.
El deseo de establecer posesión agropecuaria empujó a
Cantalicio Martínez y a Nicolasa Cordero hacia los predios de San Benito, noble
raíz insertada en las cúpulas “sociales” de la época, asentada con la dureza de
la piedra perpetuándose en la comunidad; Jesús María Ruiz, aferrado con Martina
Matos, Dámaso Carvajal, Juan Miguel Pérez, Carlos Mejías, Nicanor Herrera,
Domingo León, Antonio José Madrid, Simeón Moret, Félix María Aguilar, Ángel
Ávila y Antonio José Abreu, pertenecientes a una ignota y desconocida procedencia,
enlazados en todos los troncos familiares y prodigiosos agentes agregando sus
al frondoso jardín que aún persiste y resiste en el afanoso empeño de
contribuir al florecimiento de la “trepadora silvestre”, de impresionante valía
aportando bienestar y desarrollo a la patria chica.
A don Aniceto Rodríguez, lo ató la encantadora Bárbara Pérez,
circunstancia imprevista que lo obligara a concluir en la parroquia el largo
periplo iniciado en Lezama de los Valles del Tuy guariqueño, para acercarse a
la misteriosa Guayana, con su espíritu inquieto contaminado con la fiebre del
balata.
Las lamentables contiendas civiles que caracterizaron al país
en la centuria del XIX empujaron hacia la vecindad a don Demetrio Fuenmayor,
procedente del Zulia; Sergia Zamora Correa, representan la gran diáspora que
abandonó las sabanas barinenses cuando, el 10 de diciembre de 1860, cayera su
hermano Ezequiel Zamora cruzado por las balas “amigas”, en el sitio de San
Carlos.
Cesáreo Ríos, Calixto Guillen, Jesús Borges, son muestras del
apacible y encantador Cuñumucual, hoy Santa Inés. .
A Francisco Gerónimo Córdova lo atrajo al vecindario la
belleza de Eliana Alfaro Sifontes, como vecino tiene la importancia de ser la
mejor contribución de la región sucrense a la salud de los vecinos de San
Mateo.
Los Celta, Bucarán y Tononi, finos edulcorante para azucarar
el amasijo a la raza promisoria, venidos de la alejada Italia a plantar su
descendencia en el vecindario, cuyos exponentes fueron Carlos “Musiu” Celta,
anidado en el honorable hogar con Ana Guzmán Osorio, reproducidos en Nicolás,
Pedro, Carmen María y Carlos Antonio Celta Guzmán, y Bartolo Tononi cobijado en
los ensueños de Mariquita López Osorio, extendidos en los vástagos Antonio,
Bartolo, Ángel, Juan Bautista, Catalina y María Tononi López; del libanés
BUcar.an nacieron Adelfa, Teotiste, Carolina, Jorge, Ramona, Dalir y María del
Valle Bucarán Guzmán, y Chaím Bucarán Silva, cedro espigado venido del norte
del Líbano, florecido en el pénsil bergantinero, para trepar con honrosa hidalguía
por los transitados y fingidos abolengos que tanto picante ofrecieron a la
naciente sociedad, sembrados en los enlaces de Jorge Bucarán con Carolina
Guzmán y Chaím Bucarán con Petra Silva.
En la actualidad el municipio muestra diversidad en su integración
familiar, compenetrado con el aliciente de nuevas y refrescantes savias, bases
fundamentales que concurren como muletas para resaltar las añosas
características que por siempre les ha identificado.
El modo particular de ser de las personas nacidas aquí,
establece diferencia con el resto de los pobladores de las regiones cercanas,
la hospitalidad, las comunes y amistosas expresiones constituyen legendarias
virtudes de los habitantes de los primeros años que siguieron al inicio del
villorrio de indios y han permanecido como la más grata herencia de aquellos
forjadores poblacionales.
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