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lunes, 23 de enero de 2023

23 de enero de 1958: El Gobierno Provisorio bajo la “sombra” de la asonada.

 

 Parte I

23 de enero de 1958, el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, quien ostenta la silla presidencial desde diciembre de 1952 llega a su fin.

La expresión del título es un apunte del historiador Elías Pino Iturrieta ante las imprecisiones en la lectura histórica sobre la fecha en que la última dictadura venezolana del siglo XX cayó. “Se trató de un movimiento esencialmente militar"
Imagen: La expresión del título es un apunte del historiador Elías Pino Iturrieta ante las imprecisiones en la lectura histórica sobre la fecha en que la última dictadura venezolana del siglo XX cayó. “Se trató de un movimiento esencialmente militar"

Pérez Jiménez, el presidente más polémico del siglo XX venezolano es quién rompe este siglo a la mitad, hay en Venezuela un antes y un después de su gobierno.

Los primeros días de 1958 comienzan con turbulencia pues el día 1 de enero, oficiales de la aviación intentan bombardear el palacio y el Coronel Hugo Trejo se rebela en Maracay pidiendo la renuncia del presidente, fracasando en la intentona.

El día 9 sectores de la Armada intentan una sublevación que logra evitarse por una negociación, siendo cambiado el gabinete el 10 de enero. Está claro, las Fuerzas Armadas Nacionales están fracturadas.

Estas fracturas dentro de la columna vertebral del gobierno venezolano darán como resultado el 23 de enero de 1958 y la salida de Pérez Jiménez del poder.

Ese 23 de enero en la madrugada es ametrallada la residencia del presidente en El Paraíso, Caracas. Pérez Jiménez y sus hombres de confianza se presentan en Miraflores para analizar la situación. No hay mucho que discutir, se han sublevado los cadetes de la Academia Militar y el alto mando militar le propone al presidente bombardear la academia para terminar la insurrección, según el Mayor Víctor Maldonado, presente en la reunión, Pérez Jiménez ordena a sus edecanes la planificación del vuelo para salir del país seguida de la frase: "Yo no mato cadetes".

"Muchas horas después de la salida de Pérez Jiménez es donde se dan los ya conocidos eventos de calle, entre saqueos muertos producto de la anarquía, vacío de poder y el desorden del populismo" Indicando subliminalmente, LA CULPA ES DE AD.


Parte II

El Gobierno Provisorio: Bajo la “sombra” de la asonada

Por Dr. Pedro G. Itriago Camejo

La evidencia empírica pareciese confirmar que todo gobierno en Venezuela, al menos desde que somos República, nace bajo la “sombra” de la asonada y, por ende, al acecho de los conspiradores, sobre todo si se trata de gobiernos “de facto”. En este orden de ideas, entre 1945 y 1958, en Venezuela se vivió un proceso que no deja de ser interesante. El 18 de octubre de 1945 un gobierno “de jure” fue sustituido por un gobierno “de facto”. Ese gobierno “de facto” terminó entregándole el mando, en 1948, al gobierno que surgió de la constitucionalidad de 1947, siendo en consecuencia aquel que recibe “de jure”.

Imagen: 24 de noviembre de 1948. Contradicción en la oposición. Entre los justificativos del golpe al gobierno de Rómulo Gallegos estuvo la belicosidad de la fracción extremista de AD y maniobras para dominar a las Fuerzas Armadas


El 24 de noviembre de 1948, el gobierno “de jure” que surgiese en 1947, es sustituido por un gobierno “de facto”. Y en 1953, en virtud de la constitucionalidad creada entre 1952 y 1953, surge un gobierno “de jure” que, el 23 de enero de 1958, por abandono del cargo del “Presidente Constitucional de la República”, es sustituido por un gobierno “de facto”. De manera que entre 1945 y 1958, el gobierno de Venezuela pasa de una situación “de facto” a una situación “de jure” y de una situación “de jure” a una situación “de facto”. Una suerte de ritmo pendular que se detuvo, aparentemente, a finales de 1962 y hasta comienzos de 1992, sí se considera el tiempo de la insurrección armada guerrillera más como un conflicto militar de baja intensidad, que como una conspiración de naturaleza civil-militar.

En todo caso, el “Gobierno Provisorio” de 1958, “de facto” en su origen, no fue la excepción del período. El 23 de julio de ese año y luego el 7 de septiembre con mayor intensidad, fue objeto de dos asonadas. La primera, el 23 de julio, acaudillada por el propio Ministro de la Defensa de entonces, el General Jesús María Castro León, a quien sus compañeros de armas apodaran entonces “El Cabo”. Como una muestra del “oficio paralelo” que Castro León (según el Contralmirante Larrazábal) ha tenido desde que egresó de las aulas de la Escuela de Aviación Militar [1], el díscolo oficial intenta una vez más “tomar el poder político”.

Descendiente directo del GeneralCipriano Castro, más específicamente, siendo su nieto, el General Castro León hizo parte de cuanta conspiración, asonada (o intento de ella) se hiciese pública (o fuese soterrada) al interior de las Fuerzas Armadas. En esta oportunidad, estuvo a punto de involucrar a buena parte de la oficialidad de la institución armada, en un momento dónde la ausencia de Pérez Jiménez (quien se habría marchado intempestivamente de Venezuela como solía decir la letra de una afamada canción peruana más reciente “sin adiós, ni despedida”), hubiese dejado un “vacío militar y presidencial” que Castro León acaso se creyese con legítimo derecho de llenar, aun estando de acuerdo todo el Alto Mando Militar (aquel que había terminado formándose, a saber, el Coronel Pedro José Quevedo, el Coronel Roberto Casanova, el Coronel Abel Romero Villate y el Coronel Carlos LuisAraque) en escoger al Contralmirante Larrazábal para que ocupara el cargo de Primer Mandatario Nacional, en virtud de ser entonces el oficial de más alto rango, más antiguo y en servicio activo para la madrugada del 23 de enero de 1958.

Castro desoyó esa voz y pretendió prorrumpir en el escenario, por medio de la fuerza y en uso de su proverbial impostura golpista, a los pocos meses de instalada la Junta de Gobierno, tras una “crisis militar” que se le presentase al Gobierno Provisorio. “Puesto a buen recaudo”, renuncia a la cartera de defensa y abandona el país [2]. Repetirá su “periplo conspirativo”, en 1960 y por última vez en su vida. Su temperamento levantisco lo llevará a los brazos de la muerte: morirá preso en el Cuartel San Carlos, en circunstancias que algunos autores consideran obscuras.

La segunda, la del 7 de septiembre de 1958, tiene por detrás al Coronel Hugo Trejo y como caras visibles al Teniente Coronel Juan de Dios Moncada Vidal, a los  Mayores Hely Mendoza Méndez y Luis Alberto Vivas Ramírez, así como entre otros oficiales subalternos, a los Tenientes Manuel Silva Guillén y Víctor Gabaldón. Se trata de una insurrección del batallón de Policía Militar que involucra, además, elementos de la Policía Municipal de Caracas. Trejo no participó directamente porque había sido “convenientemente” designado por Larrazábal “Embajador de Venezuela en Costa Rica”, el 27 de abril de ese mismo año, a resultas de lo cual el “inquieto” militar hubo de salir del país “raudamente” para cumplir su “diplomática” misión. Es esta la asonada a que (por su magnitud y parecido con otra más reciente) nos referiremos en detalle en las próximas líneas.

Imagen: Coronel Hugo Trejo

En la madrugada del 7 de septiembre, el Coronel Pedro José Quevedo, oficial del Ejército miembro de la Junta de Gobierno, recibe una llamada telefónica del Coronel Rafael Arráez Morles, Jefe de la Policía de Caracas, en la que le informa “… que efectivos de la Escuela de Policía de El Junquito se habían desplazado sobre Caracas por orden del Director de dicha Escuela, Mayor Luis Alberto Vivas Ramírez y al mando del Teniente Manuel Silva Guillén, con el objeto de tomar las radiodifusoras y como inicio de una rebelión armada.”[3] Arráez Morles es claro: se está iniciando una rebelión y es armada.

Más tarde, luego de las 03:30 horas, el Coronel Arráez Morles informa al Coronel Quevedo, quien en el Palacio Blanco ya se encuentra con los Doctores Numa Quevedo, Ministro de Relaciones, y Julio Diez, Gobernador del Distrito Federal, que las radiodifusoras han sido rescatadas por unidades de la Policía Militar, poniendo bajo arresto a los alumnos de la Policía Municipal que estaban custodiando las instalaciones de esos medios. El Coronel Quevedo se ha puesto en contacto con otros mandos militares del país, así como con el Coronel Marco Aurelio Moros, Comandante General del Ejército, para determinar la magnitud de la insurrección. Sin embargo, llama poderosamente la atención del oficial trujillano que sean, precisamente, las tropas de la Policía Militar, las que hayan rescatado las radiodifusoras, si aún los alumnos de la Escuela de Policía no se habían aproximado a sus objetivos, según información que el mando militar consultado le hace llegar.

Imagen: General de División Pedro José Quevedo

Es así como el Coronel Quevedo se apercibe que se trata de una “maniobra de diversión” para confundir a los mandos militares leales a la Junta. El Doctor Numa Quevedo relata: “La situación, sin duda, aparecía sumamente confusa y peligrosa por cuanto se desconocía el verdadero alcance del movimiento militar…”[4] Estando en las cavilaciones propias del momento y en el acometimiento simultáneo de las coordinaciones militares respectivas, el Teniente Víctor Gabaldón, al mando de una unidad de tanques, rodea el Palacio Blanco y conmina a rendición a los miembros de la Junta allí reunidos, so pena de bombardear la instalación si no recibe respuesta en minutos. Ante la negativa de los ocupantes de Palacio de rendirse, el Teniente Gabaldón insiste y el Doctor Quevedo relata: “Por dos veces más el oficial rebelde insistió en la rendición y en actitud agresiva dirigió los cañones de los tanques contra el edificio, diciendo haber reconocido ya la nueva Junta de Gobierno y pidiendo igualmente que ésta fuera reconocida por el Coronel Quevedo y sus asesores.”[5] La respuesta del Coronel Quevedo es terminante: “…no hay más Junta de Gobierno que la que viene actuando desde el 23 de enero con el apoyo del Ejército y el pueblo venezolanos. De aquí nos sacan muertos.”[6]

El General Josué López Henríquez, quien desde el 24 de julio de ese año ha sustituido al General Castro León en el Ministerio de la Defensa, está “rodeado” también en el Palacio Blanco. Y en consecuencia, narra el Doctor Quevedo: “Ante la gravedad de la situación y la necesidad de que el Ministro de la Defensa pudiera actuar libremente en otro Comando, el General López Henríquez pudo evadirse por el ascensor que da hacia el garaje del Palacio y ordenó a una de las radiopatrullas que lo condujera a sitio seguro.”[7]

El cuartel de la Policía Militar dónde tienen origen las órdenes y movimientos de los insurrectos, a las 0500 horas de la mañana, del mismo 7 de septiembre, es finalmente recuperado por un grupo de oficiales leales y es puesto preso el Mayor Hely Mendoza Méndez. Y continúa relatando en Dr. Quevedo: “Ya en poder del Gobierno el cuartel sublevado, se ordenó el retiro de los tanques que apuntaron hacia el Palacio Blanco y ante el fracaso de la intentona, el Coronel Quevedo se dispuso a elaborar un mensaje a la nación, informándola de lo acontecido y particularmente del restablecimiento total del orden, todo lo cual se había logrado a las seis de la mañana.”[8]

Pero lo que ocurrió después es lo que tiene un interesante parecido con los acontecimientos que han ocurrido en más recientes fechas en Venezuela y cuyos actores, reiteramos, insisten en llamar “evento único en nuestra historia patria”. Dejemos que sea uno de sus protagonistas, el Doctor Numa Quevedo, quien además ha estado haciendo el relato de los hechos, quien describa los acontecimientos a partir de las 0600 horas:

“Miles de personas se aglomeraron frente al Palacio Blanco y ante una gigantesca manifestación el Coronel Quevedo y los Doctores Numa Quevedo y Julio Diez, explicaron el desarrollo de los acontecimientos y el total dominio de la situación. En igual forma lo hicieron el Doctor Sosa y los Ministros que lo acompañaban. Desgraciadamente, por lamentable confusión que se atribuye al descuido de un guardia quien se le fue un disparo, hubo violentos tiroteos y ráfagas de ametralladora, resultando, dolorosamente, muertos y heridos civiles. Luego, entre otras cosas, por la acción de franco-tiradores apostados en edificios cercanos al Palacio Blanco, a quienes se considera agentes del pérezjimenismo, se produjeron otras descargas de las que surgieron más víctimas, inclusive de la Marina y de la Policía Militar.”[9]

La descripción del Dr. Quevedo es gráfica. Una “manifestación gigantesca”, “ministros que se dirigen a la multitud” lo cual implica un apoyo mayoritario de la población a la Junta en funciones. Desgraciadamente, la “acción de francotiradores” y “un disparo accidental” producen “ráfagas de ametralladora” con saldo de muertos heridos que terminan empañando la jornada, sin bajas que lamentar hasta ese momento. Pero, en medio de todos estos acontecimientos, ¿Dónde está el Presidente de la Junta? Según relata el Doctor Quevedo, el Almirante-Presidente viene en camino de La Guaira, específicamente de la residencia presidencial de La Guzmania, dónde había permanecido pendiente del desarrollo de estos aciagos eventos y “… desde dónde, en vibrantes y emocionadas palabras, se dirigió al pueblo e impartió todas las órdenes militares concernientes.”[10]

Imagen: Integrantes de la Junta de Gobierno, Coronel Pedro José Quevedo, Edgar Sanabria, Wolfgang Larrazábal.


El Almirante Larrazábal, arriba a las inmediaciones y luego al propio Palacio Blanco; respecto de esas incidencias, relata el Dr. Quevedo:

“Fue recibido por una gran manifestación popular junto con el doctor Sanabria, el coronel Araque y los Ministros que lo acompañaban en su gira por el interior. Dando gran muestra de fe y confianza, bajaron del automóvil y caminaron hacia la Avenida Sucre. Allí tomaron de nuevo sus vehículos y entraron al Palacio Blanco en medio de cerradas descargas de fusilería que nuevamente provocaban las imprudencias señaladas.”[11]

De nuevo un conjunto de actos de habla que remite al apoyo generalizado de la población que circunda el Palacio. El Almirante Larrazábal es recibido por “una gran manifestación popular” a la que el Presidente “dando gran muestra de fe” acompaña caminando por la Avenida Sucre, aledaña al Palacio, para retomar la marcha en vehículo. “Cerradas descargas de fusilería” señalan su entrada triunfal, ocasionando en el ínterin “las imprudencias ya señaladas”. Y culmina su narración el Doctor Quevedo:

“Desde el balcón del Palacio, el Contralmirante Larrazábal se dirigió al pueblo, anunció el merecido castigo para los culpables, habló de las medidas civiles y militares que tomaría el Gobierno, exigió calma y serenidad de ánimo, y la multitud, que tiene fe y confianza en la palabra del Presidente de la Junta de Gobierno, lo escuchó con entusiasmo y respeto aplaudiendo sus intervenciones. El Contralmirante estableció contactos con todas las fuerzas militares del país, conversó con los dirigentes políticos y sindicales y pidió luego al pueblo que se retirara a sus casas para evitar incidentes callejeros, el cual, como siempre, atendió al llamado del Presidente de la Junta de Gobierno.”[12]

El Presidente le habla al pueblo “desde el balcón de Palacio”, quien lo escucha con “entusiasmo y respeto, aplaudiendo sus intervenciones”; anuncia medidas, distribuye culpas pero exige “serenidad y calma” a ese mismo pueblo que lo acompaña. Finalmente, les pide se retiren a sus casas “para evitar incidentes”. Previamente ha conversado con líderes políticos y dirigentes sindicales, y establecido contacto con las fuerzas militares. El país ha regresado a la calma. La Junta ha triunfado y salido de la “sombra” de una asonada más. Según el Doctor Quevedo, fundamentalmente porque la gente tiene “fe y confianza en la palabra del Presidente de la Junta de Gobierno”.

El país será conducido por esta Junta de Gobierno hacia un proceso electoral que finalmente tendrá lugar el último mes de 1958. Pero, aún en paz, habrá que establecer acciones que la Junta (particularmente el Ministerio de Relaciones Interiores) definirá como “Medidas de Alta Policía”. Y esta asonada, así como tales medidas, generarán “culpas y culpables” y de esas “culpabilidades” vendrán por retruque más “señalamientos” algunos de los cuales se materializarán en acciones legales inusitadas pero contundentes. De esas “culpas”, “culpables” y sus resultados, hablaremos en nuestro próximo artículo. Mientras, la clepsidra política sigue decantando arena del pasado, una arena de brillos y matices sorprendentemente parecidos a aquellos de un presente próximo. ¿Genio y figura?

[1] “Yo conocía desde hacía mucho tiempo a Castro León; en Washington estuvimos juntos y tuvimos problemas, cosas que suceden en la vida militar y de las cuales no tenemos por qué quejarnos. Castro León fue un hombre que le gustó conspirar siempre, de teniente, de mayor, de coronel, a Castro León le gustaba conspirar.” Entrevista realizada al Vicealmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto por el Capitán de Navío Jairo Bracho Palma, en 1996 y publicada en su libro “Hombres de Hierro” en la sección correspondiente a la biografía del Almirante Larrazábal. Recuperado de internet en https://issuu.com/historianaval/docs/hombres_de_hierro.

[2] “Mira cabo, me has llamado dos veces, qué te pasa”… “Almirante que estoy alzado…” Wolfgang ríe…”Cómo que estás alzado, qué cuestión es esa, quién se va a alzar en este país, deja la tontería chico…” Entrevista realizada por el Capitán de Navío Jairo Bracho Palma al Embajador Carlos Tayhalrdat, quien fungiese, con el grado de Teniente de Navío, como ayudante del Almirante Larrazábal como Presidente de la Junta de Gobierno. Tayhlardat presenció la conversación citada. Recuperado de internet en https://issuu.com/historianaval/docs/hombres_de_hierro.

[3] Quevedo, Numa; El gobierno provisorio. 1958. PENSAMIENTO VIVO. LIBBRERIA HISTORIA. Caracas, 1963. Pág.200.

[4] Quevedo…Op.Cit…Pág. 201.

[5] Quevedo…Idem…Pág.201.

[6] Quevedo…Idem…Pág.201.

[7] Quevedo…Idem…Pág.201.

[8] Quevedo…Idem…Pág.202.

[9] Quevedo…Idem…Pág.202. Aquí sobreviene una pregunta. ¿Fueron “únicos en la historia patria” los eventos el 11 de abril de 2002? “…muertos y heridos civiles…”; “…acción de franco-tiradores…”; “…gigantesca manifestación frente al Palacio Blanco…”; más víctimas, inclusive personal de tropa. Militares y ministros que se dirigen a la multitud para explicar “…el desarrollo de los acontecimientos…”. Interesante el contenido de tales ilocuciones…

[10] Quevedo…Idem…Pág.203.

[11] Quevedo…Idem…Pág.203.

[12] Quevedo…Idem…Pág.203. De nuevo sobreviene una pregunta equivalente a la del pie de página N°9: ¿Fueron “únicos en nuestra historia patria” los eventos del 12 y 13 de abril  de 2002? El Presidente “recibido por una multitud”; “camina junto a la gente” y se da un baño de pueblo. Recibido entre vítores por las tropas que lo custodian. “Establece contacto con los mandos militares afectos”, “dirigentes políticos y sindicales que lo apoyan” y “le habla al pueblo desde el balcón de Palacio” pidiéndole “calma y serenidad de ánimo” y conminándolo que se retire a sus casas, para evitar incidentes.