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jueves, 28 de enero de 2021

Algunas de las primeras familias asentadas en Zaraza y La Pascua

 Por Manuel Vicente Soto Arbeláez

 

El primer matrimonio de blancos asentado en la actual Zaraza, Estado Guárico, Venezuela fue el formado por don Carlos del Peral y doña María de la O. Guedes. Don Carlos era nativo de Baltazar de los Arias, actual Cumanacoa en el estado Sucre y María de la O. de Altagracia de Orituco o de Lezama, pero descendiente de familias de Cagua, estado Aragua. Antes de su llegada a la Cuenca del Unare don Carlos había vivido en LezamaAltagraciaChaguaramas y La Pascua, de donde fue echado al perder un juicio de tierras con los Zamora Granado y los Sánchez Sajonero.


La historia comienza así: En 1640 contraen matrimonio en Cumaná, don Francisco del Peral, natural de Baltazar de los Arias -Cumanacoa- y doña Fabiana VelascoCabello. De esta unión nació don Francisco del Peral Velasco y Cabello, quien en 1683 sería Alguacil Mayor de Cumaná, según investigación que hizo el Pbro.Dr. Rafael Ángel Chacín Soto. Como consecuencia de la gran amistad que le unía con don Carlos de Herrera, el terrateniente propietario del hato Santa Juana, uno de los más grandes del Guárico de entonces, el cumanés alguacil se viene a Lezama en unión a su hijo Carlos, futuro fundador de Chaguaramal del Batey, llamada posteriormente de Perales y después Zaraza. Corría el año de 1710. Carlos era un chaval de 12 años, ahijado y protegido del terrateniente Herrera.


Por el lado de la esposa, futura primera mujer blanca asentada en Zaraza proveniente del matrimonio de San Sebastián de los Reyes de donde eran vecinos. La historia es como sigue, según datos aportados por el Dr. Antonio Herrera Vaillant Buxo-Canel: Don Juan de Abila, de los Ávila que dan su nombre al cerro de Caracas, casa en Cagua con doña María de Feria, teniendo de ésta unión conyugal a doña Rosa y a doña Josefa de Abila y Feria. Doña Rosa se desposa con don Francisco Lozano, de Lezama, procreando a María Francisca Lozano y Abila, que casa con don Francisco Vargas Machuca; entre sus hijos se cuenta a doña Antonia Vargas Machuca de Lozano y Ávila, desposada en Altagracia de Orituco con don Pedro Carlos de Ron y Tovar (primero del apellido Ron llegado a Venezuela), natural éste de Regueira, Galicia, España. La otra niña Abila yFeria se casa en Altagracia con el señor Miguel Guedes (tal vez portugués), padres de María de la O. Guedes de Abila y Feria, casada en Lezama, en 1720 (falta encontrar el acta de matrimonio), con el joven Carlos del Peral y Velasco Cabello, como hemos dicho. Una hermana de María de la O, fue la madre de doña Catherina Albares Guedes, casada con don Pedro del Hoyo y Arzola, suegros de Juan González Padrón de los terratenientes de Valle de la Pascua, lo que demuestra que las primeras familias fundadoras de Zaraza y Valle de la Pascua, estaban emparentadas.


Lo cierto es que la primera hija de este ilustre matrimonio, doña Mariana, se casa en Lezama en 1736 con don Manuel de Berroeta Torres-Texada (Manuel Joseph Francisco Berroeta Torres-Texada, nació el 24 de Septiembre de 1.707 en Irun, Guipúzcoa, España y casado en Lezama de Orituco, en el año 1.736 con Mariana Del Peral Guedes y Abila Feria, hija de Carlos Del Peral y Velasco Cabello de la Parra y María de la O Guedes y Abila Feria. Murió en la actual Zaraza. Bautismo: Fondo: Santa María del Juncal, en IRUN. Título: 3º Bautismos. Folio/Página: 39 vº. Perteneciente a Diócesis: Pamplona. Territorio Histórico: Gipuzkoa) y tienen en 1738, en el sitio de Chaguaramal, a don Miguel Francisco Berroeta, futuro sacerdote de Santa María de Ipire (visitante), Chaguaramal (visitante) y Cúpira, donde don Carlos tenía una capellanía de 3.000 pesos regentada por este cura su nieto, además de una hacienda de cacao. La otra hija, María Antonia Berroeta, bajo dispensa casóse con don Antonio Pio Ron, su pariente, con descendencia.


Bona Fide: si tienes alguna información sobre lo leído “ut supra”, te agradezco hacerlo llegar a manuelsotoarbelaez@hotmail.com

 

miércoles, 27 de enero de 2021

LA TONSURA: Una práctica que data de la Edad Media y la iglesia la dejó en 1972

Por Fernando Sol Domínguez


Yo siempre estudie mi primaria con los padres Salesianos y Jesuitas y siempre tuve curiosidad por saber el motivo por el cual los padres tenían una coronilla afeitada en la cabeza, y recientemente estuve leyendo como se inició esta orden y aquí les dejo algo de esta interesante historia que tuvo sus orígenes paganos. Y empezaron con  los egipcios y siguieron con  los romanos.

Se llama tonsura al primero de los grados clericales el cual se confería por mano del obispo como disposición y preparación para recibir el Sacramento del Orden y cuya ceremonia se ejecutaba cortando una parte del cabello,  esta práctica desapareció con el Concilio Vaticano II.

Tonsura. Un rito sagrado instituido por la Iglesia por el cual un bautizado y confirmado cristiano es recibido en la orden clerical por el recorte de su cabello. San Jerónimo (Ezequiel 44: 15, 20) desaprueba que los clérigos se afeiten sus cabezas. No obstante, entre los griegos y romanos semejante costumbre era una señal de esclavitud. Por cuenta de esto mismo, el afeitado de la cabeza fue adoptado por los monjes. Hacia el fin del quinto, y comenzando el sexto siglo, la costumbre pasó al clero secular.

En el seno de la Iglesia católica, la tonsura romana, parcial y circular predominaba sobre las dos otras formas y permaneció vigente hasta 1972, fecha en la cual Pablo VI en su Carta Apostólica  establece que "En adelante no se confiere ya la Primera Tonsura"

Los Reyes Católicos trataron de imitar el número excesivo de falsos clericós, y para obligarles a distinguirse del resto de la población mediante signos bien visibles que no permitieran ninguna duda acerca de la condición de quienes los portaban. A petición de los Reyes Católicos, la asamblea del credo, reunida en Sevilla en 1478, decide que todos los eclesiásticos debían efectivamente llevar la Tonsura. En 1493 una Bula Papal (Documento de la Iglesia), aprueba esas disposiciones y autoriza a los Reyes Católicos a atacar a quienes usurpen esta orden.

Para evitarlo, entre las Reformas Eclesiásticas de Castilla a finales del siglo XV, se fijó que sus dimensiones no fueran menores que las de una moneda de real.

La tonsura es una práctica nacida a principios de la Edad Media; no es conocida durante los primeros tiempos de la Iglesia y Jerónimo de Estridón hasta la desaprobaba. En su origen era señal de humillación y aún de infamia llevar la cabeza tonsurada o afeitada.  El cardenal católico romano John Henry Newman, del siglo XIX, escribió la siguiente Doctrine: “El uso de la tonsura, todos son de origen pagano, y santificados por su adopción en la Iglesia.”

Y así, como los romanos cortaban el pelo a los esclavos en signo de libertad, del mismo modo la iglesia adoptó esta práctica para manifestar la de su clero; finalmente, siendo como es la tonsura símbolo de penitencia, se ejecuta en la cabeza, parte principal de aquellos que han de servir de ejemplo en el pueblo cristiano, como son los clérigos y monjes.

domingo, 24 de enero de 2021

Monseñor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara

Nacido el 9 de abril 1814 (sábado) - Carora, estado Lara, Venezuela / Bautizado el 19 de abril 1814 (martes) - Carora, estado Lara, Venezuela / Fallecido el 30 de noviembre 1884 (domingo) - Caracas, Distrito capital, Venezuela, a la edad de 70 años.

Monseñor - Obispo de Guayana

El quinto Obispo de la Diócesis de Guayana, doctor José Manuel Arroyo Niño y Ladrón de Guevara, fue preconizado por el Papa Pío IX el 20 junio de 1856 y su consagración tuvo lugar en Caracas por el Arzobispo Silvestre Guevara y Lira. Se posesionó de la Diócesis el 14 de julio de 1857.

Monseñor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara

Nacido en Carora, Estado Lara, el 9 de abril de 1814, hijo de José Julián Arroyo y de María Rosalía Niño Ladrón de Guevara. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal y luego pasó a la Universidad Central donde se graduó de doctor en Teología. En la misma universidad ejerció las cátedras de filosofía y teología. Actuó como sacerdote en las poblaciones de Turmero, Maracay, Cagua y Santa Cruz y en 1843 se le dio en propiedad el curato de San Agustín de Guacara. En 1845 se le trasladó a Valencia como Vicerrector del Colegio Nacional y posteriormente pasó a ser Rector del Seminario de Caracas. Antes de ser postulado para ocupar la silla de la Diócesis de Guayana, se desempeñaba como Canónigo de la Catedral caraqueña.

La Diócesis de su gobierno estaba bien provista de sacerdotes y con reservas en el Seminario de Caracas, pero 18 meses después cuando estalló la Guerra Federal en Coro con repercusiones en toda Venezuela, el Clero comenzó a debilitarse por los continuos alzamientos en los pueblos de la jurisdicción y por la eliminación de los 2 mil pesos que asignaba el Estado para los estudiantes seminaristas. Monseñor Arroyo pensó entonces en la creación de un Seminario en la capital de la Diócesis y logro que el Congreso Nacional lo decretara el 21 de mayo de 1867, pero dificultades económicas y de otra índole lo impidieron. No será sino en 1830 ya bajo el obispado de Monseñor Mejía cuando este viejo y ansiado sueño del episcopado materializara.

Sin embargo, el Obispo pudo amasar algunos recursos para la construcción de la Capilla de San Isidro y La Trinidad, más los Templos de Maturín, Soledad, San Diego de Cabruta, Pozuelos, Caicara de Orinoco, San Joaquín y El Chaparro, además de reparar otros existentes. Asimismo canceló la hipoteca de 2 mil pesos que pesaba sobre la Casa Episcopal.

Pero el Obispo Arroyo cometió una debilidad recriminada por Su Santidad que fue la de haber aceptado el nombramiento que hizo en su persona el Congreso Nacional en la sesión del 24 de mayo de 1874 para Arzobispo de Caracas a raíz de la expulsión de su titular Monseñor Silvestre Guevara y Lira, opuesto al Gobierno de Guzmán Blanco, quien declaró independiente del Episcopado Romano a la Iglesia de Venezuela y pidió al Congreso ordenase que los sacerdotes parroquiales fueran elegidos por el pueblo, el Obispo por los rectores de la parroquia y los Arzobispos por el Congreso.

Guzmán Blanco tan pronto llegó al poder comenzó por expulsar a los jesuitas y luego le siguieron los frailes y las monjas. Todas las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas y se abolieron las escuelas parroquiales, la ceremonia civil fue declarada la única forma legal de matrimonio, se suprimió toda clase de subsidios tanto a la Iglesia como a sus ministros y se ordenó el cierre de los Seminarios de la Republica.

Monseñor Arroyo y Niño, falleció en Caracas el 30 de noviembre de 1884. La oración fúnebre estuvo a cargo del Pbro. Manuel Felipe Rodríguez, en la Santa Iglesia Metropolitana, en presencia del entonces Presidente de la Republica General Joaquín Crespo. Dice González Guinand en su Historia Contemporánea de Venezuela que “cuando se celebraban las honras fúnebres al Ilmo. doctor Arroyo y Niño, me encontraba sentado como Ministro de Relaciones Interiores al lado del Presidente, y en cierto momento en que el Pbro. Doctor. Rodríguez se expresaba con su acostumbrada elocuencia, le dije: No cree usted que este orador es el digno sucesor del ilustre muerto? El General Crespo me contesto: Precisamente le iba a decir lo mismo”.

General Joaquín Crespo

A la intervención oportuna de Monseñor José Manuel Arroyo y Niño, 12 de abril de 1968, Domingo de Resurrección, se debió que Guayana no se ensangrentara por la reacción violenta del movimiento político Sociedad Liberal contra el Gobierno de Juan Bautista Dalla Costa tras el incidente de quemar un Judas con una bandera azul y un letrero que decía “Guayana Impasible”, alusión burlesca a la columna que escribía el general Agustín Contasti en el diario “El Boletín Comercial” que combatía al Gobierno de Falcón justificando la Revolución de los Azules.

A este Obispo de Guayana también se le atribuye la publicación titulada “Nacimiento y educación del general Manuel Piar” en la que da cuenta que la partida de bautizo del héroe de San Félix fue encontrada en el archivo del Convento de la Madres Concepciones de Caracas y que Guzmán Blanco hizo destruir.

https://historiadeladiocesisdeguayana.blogspot.com/2012/03/jose-manuel-arroyo-nino-1857-1884.html

 

Los amores e hijos secretos del Libertador Simón Bolívar (Primera parte)

La vida íntima, intensa, pasional y casi secreta del Libertador Simón Bolívar
Profesor E, Nuñez Soteldo
(Domingo 27 de diciembre de 2009)


Hurgando un poco en nuestra Historia Patria, encontré un texto maravilloso del Dr. Ramón Urdaneta, Abogado, nacido el 30 de junio de 1932 en la ciudad de Trujillo, Venezuela, hijo de Don Héctor Urdaneta Braschi y Doña Beatriz Bocanegra, alternaba su profesión de Derecho, con un amplio BackGround en la Literatura y la investigación de hechos relacionados con la historia y la tradición. El año de 1983, publica en la ciudad de Caracas, su libro de Historia y Tradición, en la cual relata los amores de Simón Bolívar y sus hijos secretos.

Simón Bolívar - Tovar y Tovar


Al fallecer su esposa, con el dolor punzante de la pérdida irreparable, el jovencísimo Simón, jura ante el cuerpo inerte de María Teresa, no volver a casarse nunca, lo que le convierte en el viudo por excelencia más codiciado por el género femenino de la época. En este punto, atormentado por el dolor, da su primer viaje a Europa, allí conoce a Fanny du Villars, prima lejana por parte de los Aristiguieta y se inicia una serie de romances y amoríos, compartido con las ideas libertarias que nunca le abandonaron, las cuales le llevaron a jurar en el Monte Sacro, la libertad de los pueblos.

 Hoy vamos a referirnos a sus romances y a los supuestos hijos secretos que existieron y que por desconocimiento del tema en si, no podemos afirmar ni negar, claro está que como hombre joven, viudo, famoso, guerrero, viajero, conocedor de otras latitudes, no le quedaba otra que convertirse en promiscuo, (creatividad ignorante de los hombres) y todo en voz baja para no perjudicar el abolengo y el linaje de los Bolívar con la vida trashumante de Simón, sin embargo, hay cosas que por más ocultas que sean siempre la verdad sale a flote y en este caso, según lo expresa el Doctor Ramón Urdaneta - autor de Historias y Tradiciones -, que en fecha 18 de mayo de 1828, Simón, conversando con su edecán, amigo, confidente y mano derecha, Jean Louis Michel Perou de Lacroix, quien estuvo a su lado en Bucaramanga durante la Convención de Ocaña, a petición de Simón escribe el Diario de Bucaramanga y le confiesa que ante los ataques populares de que es estéril, dice: “que no se crea nadie que soy estéril o infecundo pues tengo pruebas fehacientes de lo contrario”.

Habida cuenta de lo antes dicho, procedo a extraer el nombre de algunas de las mujeres que dieron su vida por Simón - de las muchas que le amaron, según la historia - y las cuales de una manera u otra fueron conocidas, como lo afirman muchos historiadores de la época. Se dice que Simón procreó 23 hijos en 46 de sus mujeres pero nunca reconoció a ninguno por tratarse de que él, era una gran figura y no podía ir dejando hijos por ahí fruto de sus viajes y también por “dar el ejemplo”, esto según la historia referida por el genealógico Julio César García Vásquez.

Entre las mujeres que encabezaron este desfile de amores y pasiones desenfrenadas, destacamos a las primas lejanas de Simón, las hermanas Aristiguieta, las cuales intimaron con el joven en plena adolescencia; en adelante Juana Pastrano Salcedo, natural de Capacho, pasados los años, el la recordó y cuando la fue a buscar, la madre de ella la escondió en Piedra Gorda; en Salamina conoce a Anita Lenoit, una bella joven de 17 años que aunque la relación fue breve, ella le siguió siendo fiel durante 18 años ; Josefina Machado, fue la muchacha que al hacer Bolívar su entrada triunfal a Caracas, le regaló un ramo de flores, lo acompañó junto con su madre y hermana durante 6 años hasta que ella enfermó de tuberculosis y murió en Achaguas; Isabel Soublette, hermana del general Carlos Soublette; en Kinsgton, Jamaica conoce a Julia Corbier, allí él se entera de que lo van a matar y se cambia de hamaca, en su lugar muere Félix Amestoy; le siguen Teresa Laines, María Costas, Ana Rosa Mantilla, Ana e Isabel Segovia, Lucía León, Manuelita White, Joaquina Guaraicoa, Teresa Mancebo, Aurora Prado, Nicolasa y Bernardina Ibáñez, conocida con el mote de La Melindrosa, Marina, Benedicta Nadal, Asunción Jiménez, María Ignacia Rodríguez (la guera), Bárbara y María de Dios Lemus, Salustiana y María de Jesús Patiño, Inés Berbesí, María Josefina Cuero, Juana Eduarda de la Cruz, una niña muy linda de apellido Ortega, Jerónima Salinas, Pancha de Mosquera, Paula Vallejo Guerrero, una niña de apellido Jarrin, Antonia Fernández, una dama de apellido Ayacaba, María Magdalena Arrieta y Chatar, Trinidad Zambrano, Tomasa del Suero y Larrea, Jeanette Hart y el que se supone el gran amor de su vida Manuelita Sanz pero en el camino se atraviesa Manuelita Madroño, con quien sostuvo un gran romance. A la hora de su muerte, escribe una hermosa y última carta al primero de sus grandes amores: su prima Fanny…

Ahora bien: Algunos de los hijos secretos de nuestro Libertador Simón: José Antonio de la Trinidad Costas, hijo de María Costas (la Libertadora) ; Miguel Simón Camacho, hijo de Ana Rosa Mantilla y quien al ser educado por su tía María Antonia, lo asienta en la casa de su hija Valentina, casada a su vez con don Gabriel Camacho; Flora Tristán, hija de la francesa teresa Lesnais, Flora llegó a convertirse en una líder feminista a nivel mundial y fue abuela de un gran pintor francés: Gauguin; José Secundino Jácome, hijo de Lucía León, convertido en sacerdote, los franceses Simoncito, (como Bolívar) Froissart (Briffard), Eugenio Augusto Trobriand, de Socorro Bolívar; el hijo de Juana Eduarda de la Cruz, de la hija nacida en Túquerres, la hija procreada con Inés Berbesí,, la hija en María Josefina Cuero, el hijo de apellido Vernaza o de Angel Bolaños, una niña quiteña que se convirtió en noble matrona, sensible y buena de alma elevada pero no se dice el nombre; Aquilino Caicedo Arboleda, Ricardo Segovia, hijo de Ana Segovia, Engracia Salinas, hija de Jerónima Salinas, Rudecindo Caicedo y Mosquera, hijo de doña Pancha de Mosquera, un varón, hijo de Paula Vallejo Guerrero, un varón hijo de una niña de apellido Jarrín, un varón con retardo mental hijo de Joaquina Garaicoa, Manuel Ortega, hijo de la niña Ortega, Juan Antonio Fernández, hijo de la libertadora, un varón hijo de la otra Antonia Fernández, un varón hijo de la dama Ayacaba cuyos apellidos son Rodas Ayacaba, Maria, hija de la esposa de un militar quiteño, un varón hijo de Maria Magdalena Arrieta y Chatar, al año siguiente otro hijo de nombre José Manuel Perú Arrieta, una niña llamada Simona, ahijada de Alonso Vargas y Carmen Bravo, una niña de nombre Dolores Casimira, hija de Trinidad Zambrano y Natalia Bolívar.

Hasta aquí, la historia de los amores e hijos secretos del Libertador, según documentación del Dr. Ramón Urdaneta, Fernando Jurado Noboa y José Rosario Araujo.








 



viernes, 15 de enero de 2021

Cadena de sangre - Silleta de Cuero

 Por Jesús Rafael Saume Barrios

 

Clara Rivas

El 17 de abril de 1930, Rafael Arturo Domínguez Armas mató de un tiro de escopeta a doña Clara Rivas, madre de Celestino Rivas, el joven que en 1919 había dado muerte a Concho López Chacín en Valle de Guanape. Rafael Domínguez salía de cacería hacia los lados de Trompillar y al pasar por la casa de Clara Rivas, que se encontraba sentada en la puerta que da a la calle, se detuvo a conversar con ella, y a manera de broma la apuntó con la escopeta diciéndole:

   - Te voy a matar, Clara, por si no consigo un venado gordo.

   - Cuidado con esa bicha, mijito, mira que el diablo tienta- protestó doña Clara.

Domínguez Armas le respondió sonriendo que no había peligro, por cuanto el seguro estaba pasado y para demostrárselo apretó de nuevo el gatillo hacia su asustada amiga y el cañón de la morocha se vació en el pecho de Clara Rivas que quedó sentada en su silleta de cuero sin señales de vida.

Plaza de Guanape (Año 1956 - José Felix Domínguez García)

Gladys Domínguez Domínguez

El 23 de septiembre de 1947, Gladys Domínguez Domínguez, la mayor de las hijas de Rafael Arturo Domínguez Armas y Columba Domínguez Urbaneja, fue muerta por Pablo Urbina López en un arrebato pasional que conmovió a todos los guanapenses.

Pablo Urbina López era hijo de Hipólito Urbina y de Dominga López; esta era hija del general Pablo EmilioLópez Chacín, que a su vez era hermano de Concho López Chacín y de Agustín López Chacín. Pablo Urbina estuvo por años profundamente enamorado de Gladys Domínguez, sin lograr en todo ese tiempo ser correspondido por la bella y simpática hija de Rafael Domínguez. Ya para los primeros meses de 1947 Pablo había dado demostraciones de debilidad ante el amor que se le hacía imposible y se dio por buscar en el alcohol la respuesta que sus sentimientos reclamaban; se dice que adquirió un revolver para suicidarse en presencia de ella, pero cambió esos planes por otros más dramáticos, porque Gladys sería de él o de nadie, según se dijo; en esa turbulencia mental se mantuvo por un tiempo, hasta que decidió poner fin violento a su crítica situación. Esperó que Gladys saliera del dispensario rural a donde había ido a inyectarse, y al verla que caminaba en compañía de su prima Violante Martínez, les dio alcance en mitad de la plaza, quizás para rogarle por última vez que accediera a ser su esposa, y al no obtener la respuesta deseada le hizo un disparo contra el cuerpo, por lo que la muchacha herida emprendió veloz carrera para evitar la consumación del asesinato. La única puerta que encontraron abierta, ella y la prima que la acompañaba, fue la de la escuela que funcionaba en la casa que había sido de Calixto Armas Madurera, en una de las esquinas de la plaza, y en donde entraron aterrorizadas porque Pablo las seguía de cerca. En el último salón quiso ocultarse Gladys ya bañada en sangre y hasta allí la siguió Pablo, hiriéndola de nuevo; luego apuntó el arma contra su sien derecha para acabar también con su vida al lado de ella, pero ninguna de las tres balas que se tenía reservada detonaron, entonces quiso cortarse la yugular con una navaja que sacó del bolsillo, pero los maestros y otros curiosos lo agarraron fuertemente para impedírselo, y se desvaneció hecho un amasijo de dolor. Gladys Domínguez fue auxiliada de inmediato por Gualberto Gómez Chistoni, pero la gravedad de las heridas eran tales, ordenó trasladarla al hospital de Barcelona, siendo conducida en hamaca hasta Clarines y de allí en camión hasta Barcelona, donde falleció tres días después de su ingreso al hospital.

Casa que fuera de Calixto Vicente Armas Madurera

Gladys Domínguez, por sus cualidades personales, su hermosura física, su carácter alegre, amplio y generoso; y Pablo Urbina López, su enamorado de siempre, por su bondad, su decencia, su comedido trato a los demás, por su dedicación de trabajo humilde de sembrador de tabaco y por su disposición para las fiestas, le ocasionaron el más duro golpe a los pocos vestigios que le quedaban de alegría. Ya para entonces el pueblo estaba lleno de tristezas, ya había de ser uno de los centros sociales más importantes de la región y esa tragedia de 1947 terminó por enlutarlo del todo.

QUIAMARE HACIA LOS 274 AÑOS DE SU FUNDACIÓN

Crónicas de Quiamare 

Por Juvenal León Rodriguez

Una Historia Novedosa

La historia de Quiamare permaneció muchos años oculta, como los secretos almacenados en anaqueles envejecidos. Un sinnúmero de obras transcurrieron las centurias ocultando en su interior, abundantes referencias sobre el proceso cumplido en este pequeño territorio; y, más allá de dos siglos, permanecieron como “la semilla en la tumba del faraón” rumiando su letargo, en espera del ambiente propicio que las hiciera germinar, y las arrancara de ese diván del olvido para hacerla conocer de los habitantes de esta comunidad; y como mandato del destino ahora aparece estructurada con el nombre de QUIAMARE para abrirse al conocimiento general, y, en particular, a los nativos de “esta tierra de gracia” con el preconcebido propósito de ofrecerles sus páginas como una ventana a través de la cual puedan asomarse a conocer la historia de su comunidad, lo que por sí ya constituye una novedad, pues en una población que viene remontando los siglos, acompañada con su característica esencial de no saber su procedencia ni los caminos transitados, y se le acerca fortuitamente un cronista a enseñársela, además de sorprendente constituye un gesto grato.

Portal en la entrada de Quiamare

Este objetivo de divulgar el proceso histórico de Quiamare no es nuevo. Se ha abordado varias veces. En el diario “Metropolitano” de Barcelona, en la columna “Crónicas de San Mateo” la serie de entregas con el título de “El Quiamare Histórico”, en donde se perseguía despertar interés por los procesos desarrollados por la generación fundadora, y, así, como las que continuaron en el duro batallar para construir en la vecindad la grandeza que motivaba los sueños acariciados por sus hijos para su “patria chica”.

Los nativos de este heroico terruño jamás soñaron con los nombres de los personajes ancestrales quiamareños, quienes ayer inclinaron sus lomos en este vecindario para construir a las generaciones posteriores un lugar como “uno de los más amenos y deseables que se puede imaginar para hacer pueblo, en el cual lo intentaba formar”, como lo señalara en 1728 el primer fundador, el fraile Andrés López: pero que ahora retornan a la aldea que los viera nacer, cargados de entusiasmo y orgullo, identificados con las generaciones que siguieron, que de manera ignota continuaron la obra legada por estos antepasados, en el empeño porque esta comunidad trascendiera los siglos como lo han conseguido.

Los obstáculos enfrentados y superados, han endurecido el temple de los naturales en las luchas libradas en busca de mejores horizontes. Las hazañas cumplidas al lado del misionero Lucas de Magariños, arrancándole a la tierra los frutos de la supervivencia; la gallarda actitud defendiendo las banderas reales en la época de la emancipación; su valentía apostando por el triunfo de los liberales amarillos, en los que veían no tan sólo la pacificación del país sino la paz en su parroquia; el coraje, valor y la palabra empeñada fue y sigue siendo la divisa de una manera de ser que caracteriza a estos habitantes.

Este libro que sale a transitar las veredas de la crítica y los salones del debate, lo hace, como es la aspiración de su autor, con la finalidad de proporcionar a la juventud estudiosa, trabajadora del campo y del taller, una especie de manual o puerta abierta, donde con libertad puedan asomarse a encontrarse con su localidad de todos los tiempos, y dotados con las herramientas contenidas en este pequeño volumen puedan promover la discusión y sobre todo dotarse de los elementos indispensables que les permitan ahondar las querencias del lugar donde una vez nacieron, y de esa manera emprender con pasión la búsqueda del honroso lugar que le corresponde en la historia a Quiamare y luchar tesoneramente con voluntad y firmeza para alcanzar justicia para su lar nativo, como son los deseos sinceros del que esto escribe.


Fundación del pueblo de Quiamare

Por Oreste Pérez González

A los 274 años de  culminada la epopeya emprendida por el presbítero franciscano Fray Lucas de Magariños

Primera fundación

La ardua empresa emprendida por los religiosos franciscanos para extender la colonización y fundación de nuevos pueblos de misiones, les enfrentó a toda clase de obstáculos que impedían la realización de este objetivo. Tal, fue el caso de Andrés López Mártir de Mamo, en la tarea que acometió para efectuar la creación del pueblo de Quiamare, tarea que inició el presbítero Fray Lucas de Magariños el cinco de agosto de 1728.

Se empezó la edificación del nuevo asentamiento,  a unas cuatro leguas de San Mateo -aproximadamente 20 kilómetros -antigua provincia de la Nueva Andalucía, en el hoy estado Anzoátegui, Venezuela. Su fundador Fray Lucas de Magariños  describe el sitio de la fundación de la siguiente manera: “Donde se consideraba permanente por las cercanías y conveniencias de su buen terreno. El lugar es uno de los más amenos y deseables que se pueda imaginar para hacer un pueblo que se intenta formar”.

Se inicia con indígenas de la etnia-nación Caribe. Se procedió con la construcción de ocho casas y una troje con sus bastimentos. La fundación produjo agrias desavenencias entre los mismos misioneros y luego se recurrió a las autoridades administrativas de la Corona española.

La controversia surgida, trajo como consecuencia que la Real Audiencia de  España suspendió la actividad de búsqueda de nuevos infieles para la misión.  El sacerdote Magariños tuvo que realizar un viaje hasta la madre patria, e hizo valer sus alegatos. Regresando a toda prisa -según los medios que se disponían- a continuar su emprendimiento. Algunos de los originarios habitantes, habían permanecido en el sitio protegido y alentado por el cura y los pocos fieles catequizados.

Quiamare arde por los cuatros costados

La mañana del 26 de enero de 1734 los escasos habitantes del pueblo fueron despertados por las llamas y el humo, que se mezclaban con la espesa neblina, haciendo casi imposible la visión. Los pobladores para salvar sus vidas tuvieron que salir del lugar despavoridos: Quiamare era arrasado por las llamas.

¿Qué sucedió?

Desde hacía días los pocos ibéricos que habitaban el caserío, presentían que se estaba preparando un levantamiento por los remolones que se encontraban los indígenas que servían de peones, o mejor dicho casi de esclavos en las fincas, en más de una ocasión fueron sorprendidos hablando en su idioma, cuestión que tenían prohibido terminantemente, además de haber conseguido en un bosque a la orilla del río, un santuario con imágenes de sus dioses.

El padre Magariños, que se desvelaba porque estos nativos abrazaran la fe cristiana, sufrió a raíz de este acontecimiento un gran disgusto y les puso como penitencia a las mujeres y a los niños, el castigo de lecciones extras de catecismo. Los amos del lugar más prácticos, le aumentaron a los hombres la ración de palos y les bajaron la de comida, además de ponerlos a trabajar de sol a sol.

Esta penosa situación de maltratos fue el caldo de cultivo, que gestó la rebelión de la treintena de nativos que constituían la población de la incipiente misión.

Se recoge en la historia del villorrio que un cacique aborigen, a quien los españoles habían bautizado como Alfonso Rodríguez, en honor a uno de los fundadores del lugar,  él que como todos los de su raza, había sido arrancado por la fuerza de sus tierras del Caris en la Mesa de Guanipa del hoy estado Anzoátegui,  a orillas del río del mismo nombre, en donde desde tiempos inmemoriales se asentaba la nación de los Kariñas, capitaneó el levantamiento junto a su lugarteniente, un indio de raza caribe de fuerte contextura llamado Liborio.

Ambos nativos dieron rienda suelta a la conspiración y le entraron a las nacientes y frágiles construcciones con hachos en manos –teas elaboradas con el corazón de los cactus secos, muy inflamables- desatando el pavoroso incendio que puso a arder a la población por los cuatro costados, casi acabando con la misma.

El padre Magariños alertado por una de sus fieles,  apenas tuvo el tiempo necesario para sacar las imágenes y demás enseres religiosos del improvisado templo. Los insulares sacaron a los niños aún dormidos, algunas pertenencias y salieron a toda carrera del pueblo, rumbo hacia el vecino San José de Curataquiche o para la hacienda de don Miguel Guzmán en los bajos cercanos a orillas del río Aragua, donde se atrincheraron.

Uno de los españoles llamado Agustín González, quien tenía su hacienda muy cerca del pueblo en el sitio de la Granzita, no se percató de lo que había sucedido, debido a que se encontraba durmiendo una borrachera, originada por varias barricas de vino de Jerez de su bien provista bodega, importado desde su tierra natal en Jerez de la Frontera; y quien tenía la bien ganada reputación de ser muy cruel y castigar con azotes a los indígenas por cualquier nimiedad; más aún cuando andaba borracho, fue sorprendido y hecho prisionero por los alzados.

A rastras fue conducido hasta el árbol  de cotoperi, y estaban a punto de lincharlo la turba, encabezada por un caribito lipón, conocido como el “Renco” por su cojera de la pierna derecha, quién era el que más gritaba para que lo colgaran, mientras con una viril de toro le proporcionaba sendos latigazos, que hacían soltar aullidos de dolor al infortunado. En esta cruel faena se encontraban cuando el padre Magariños los convenció de que le perdonaran la vida.

Gracias a los buenos oficios del humilde prelado y las buenas acciones que éste había realizado a favor de los nativos, el asustado hacendado pudo salvar el pellejo; del susto fue a parar la carrera a su tierra natal, sin que más nunca se supiera de él. Esa fue la primera borrachera de los nativos con jerez y otros preciados licores.

El incendio acabó con casi todo lo existente, salvo las bestias, reses, marranos, gallinas y chivos que existían en la incipiente fundación que fueron tomados por los sublevados.

Casi todos tomaron los caminos de las montañas y sabanas según sus procedencias. Finalizó de esta manera el experimento de la primera fundación de Nuestra Señora de los Dolores de Quiamare, aunque quedaron las bases y unos pocos, poquísimos habitantes que serían la base la futura población.

 El uso y abuso de españoles y criollos con la población originaria, obligó a la Corona española a emitir regulaciones en las que expresamente se prohibía la esclavitud y castigos infamantes que tampoco se cumplían, a pesar de las quejas de los religiosos; esta situación originaba como era de esperarse que a la primera oportunidad, los atrapados a la fuerza cogieran el monte, como ocurrió en la primera fundación de Quiamare.

Segunda y definitiva fundación

Es el 15 de septiembre de 1746 cuando el obstinado sacerdote Fray Lucas de Magariños, insiste por segunda ocasión en fundar el pueblo de Nuestra Señora de los Dolores de Quiamare, siendo esta la fecha oficial de la fundación. Siguiendo para ello el cumplimientos de los protocolos reales y cristianos en cuanto a las mediciones y ubicación de los hitos exigidos y los cánones religiosos. Acordes a estos actos fundacionales, y con las palabras sacramentales de las cuales tomamos un breve extracto de ellas, dio inicio al protocolar acto:

“En nombre de Dios todo poderoso y de su bendita Madre y para el ensalzamiento de la Santa Fe Católica y servicio del rey don Felipe V fundo en este sitio, una ciudad con los soldados y vecinos españoles que en adelante irán nombrados y en su nombre real, la nombro y llamo: NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DE QUIAMARE quien será su patrona y guía por los siglos de los siglos. Amén”

Luego todos los presentes se trasladaron a una enramada de regulares proporciones, en la que se habían colocado las santas imágenes con la virgen de Nuestra Señora de los Dolores en el centro de la improvisada capilla. Magariños, se esmeró en aquel sermón y después de las invocaciones de protección y buenaventura, se largó con un discurso del que se recogen algunas frases:

 “El pueblo que habéis fundado por la Gracia del Señor y de su Patrona, de todos los santos del cielo habidos y por haber, tendrá larga y próspera vida, porque en esta tierra hay oro, mucho oro -los españoles presentes, al oír esto se miraron unos a otros con los ojos tan desorbitados, que parecían huevos fritos- quiera Dios, que ustedes y su descendencia así por los siglos de los siglos, gocen de esta riqueza”. A continuación se nombraron las familias y se designaron los funcionarios.

Pero esto no quedó de este tamaño, los españoles codiciosos e intrigados por lo del oro, asociaron la expresión del cura con el famoso dorado, del que tanto se fabulaba en los  recientes tiempos del descubrimiento, enseguida se fueron hasta el frondoso cotoperi aledaño y en concierto quedaron de salir en la madrugada siguiente por los diferentes vientos del pueblo a buscar el codiciado metal. Meses y años estuvieron en esa labor sin encontrar una miserable pepita, hasta que cansados por la inútil búsqueda abandonaron la costosa y fatigosa  empresa.

Hoy conocemos el significado de las palabras proféticas de Magariños, el oro al cual se refirió en su misa de fundación era el oro negro, en otras palabras el petróleo, que acompañado de abundante gas yace en el subsuelo de los campos de Quiamare en ricos yacimientos.

En cuanto al nombre, que se le dio a la fundación se estableció por una relación de apego sentimental con los caribes, debido a la gran influencia que ejercía el cacique Piamare en esa nación, luego el mal pronunciamiento de ese nombre, degeneró en el de Quiamare que es como lo conocemos.

La fundación de la nueva población se inició con cincuenta y ocho aborígenes, en otras incursiones realizadas desde el año de la fundación hasta 1751 hacia las riberas del Orinoco, la Mesa de Guanipa y del Río Caris, los habitantes se elevaron a más de doscientos, ninguno de ellos formaba parte del contingente de la primera fundación.

Desde el día de su fundación hasta el año 1753, se habían bautizado trescientas almas; en el mismo lapso habían fallecido cien. El año 1752, contaba el pueblo con 170 personas, de las naciones Caribes, Chaimas y Cumanagotos y unos pocos de la etnia Salibas. La mayoría cristianos y unos pocos infieles. Ahora bien, retrocedamos hasta el 5 de mayo de 1748 y veamos como fue:

La segunda quema de Quiamare

Estas constantes salidas de los misioneros para atrapar infieles, provocaron una revuelta general que desencadenó en un nuevo incendio, con la consecuente destrucción de casi toda la naciente comunidad. Éste acontecimiento dispersó nuevamente a sus moradores por las montañas, situación aprovechada por algunos de ellos conocedores de la zona para regresar a su lugar de origen.

Otros, poco a poco fueron regresando a la fundación por cuenta propia, y la mayoría capturados y traídos nuevamente a la fuerza. Afortunadamente esta segunda hecatombe fue de menos proporciones que la del año 1734 y los daños fueron subsanados.

Las noticias sobre el avance experimentado por la pequeña comunidad las proporcionaban los ilustres personajes que pasaron por el villorrio, el 16 de abril de 1752 llega a Quiamare don Francisco Julián Antolino, Obispo de Puerto Rico, quien suministra el sacramento de la confirmación a cuarenta y cuatro personas. Es bueno en este punto anotar que estas provincias, dependían para aquel momento eclesiásticamente del obispado de Puerto Rico, es de imaginar el estruendo que causaría en aquella incipiente comunidad la visita de tan importante religioso.

Se relaciona que un aborigen del Orinoco, quien era candidato para ser bautizado por tan ilustre personaje, nombrado Lucas Camayaguán al ver la pompa del personaje y su séquito se asustó tanto que cogió el monte y todavía lo andan buscando. Debido a este temor, se apunta que para bautizar a estos nativos, los bajaron al pueblo con días de anticipación y una noche antes, tal como lo habían planeado, les dieron una fiesta hasta que se quedaron dormidos de la borrachera, el otro día al despertar los llevaron a la iglesia y todavía adormitados por la resaca, les administraron el sacramento del bautismo.

¿Qué sucedió con el Padre Magariños?

El 6 de julio de 1783 fueron medidas las tierras y deslindados los límites fronterizos de la misión de Quiamare. Es admirable que después de haber transcurrido treinta y siete años de la fundación de Quiamare, todavía permanezca allí, el franciscano presbítero Lucas de Magariños, quien para la fecha contaba con la venerable edad de ochenta y siete años, lo que hace suponer que falleció en el pueblo y sus restos enterrados en la Iglesia, según las costumbres cristianas. Lugar que posteriormente y hasta la actualidad sirve de asiento al cementerio de la población.

En el poblado dicen que todavía en la Semana Mayor en la ofrenda de la Santa Misa el Ilustre Prelado oficia los sacramentos. Otros señalan que lo han visto en las madrugadas caminando en oración por el pueblo. Entre los relatos se cuenta uno del señor Julio Hidalgo, rico hacendado ya fallecido, quien aseguraba que lo encontró rezando en profunda meditación en su posesión de Sanquiche, aledaña al lugar en donde murió y fue sepultado.

Resalta el comisionado Chávez y Mendoza en comunicación enviada a la Real Audiencia de España, en relación al informe concerniente al deslinde, destaca que el misionero había dotado con sus esfuerzos el mobiliario completo de la Casa de Dios, y su patrona Nuestra Señora de los Dolores cuya imagen, el padre Lucas de Magariños había hecho traer de España, ocupa el centro del altar y de sus festividades, que el pueblo las celebra el 15 de septiembre, -fecha de su fundación- en su honor.

Describe que la sede católica era decente con treinta y tres varas de longitud y tres naves con su presbiterio y cuatro retablos, estaba techada de tejas, igual que la residencia de su morador y la posada real, estas tejas de arcilla eran fabricadas en el pueblo, bajo la dirección de los españoles con el trabajo de los nativos. Registra las imágenes de un San Antonio de Padua, un Santísimo Cristo, dos Ángeles en su pedestal y un San Ildefonso arrodillado. Apareciendo por primera vez relacionada esta imagen.

  Como se ha señalado ni  la desaparición física  logró que el ilustre servidor de Cristo, dejara de velar por su querido pueblo. Que en más de una oportunidad ha estado a punto de ser borrado del mapa. El presbítero Fray Lucas de Magariños, un monumento merece por su encarnizada lucha en la protección de su amado pueblo de Quiamare. Rogamos a Él, a la Santa Patrona Nuestra Señora de los Dolores y a todos los santos del cielo, nos ayuden a salir de esta nueva hecatombe que padece Quiamare y toda Venezuela.

Nota: Para la redacción de esta crónica fundacional, debo dar las gracias al eminente cronista de San Mateo don Juvenal León, quien con sus laboriosas investigaciones realizó un aporte valioso en su redacción. Así mismo, a las personas que proporcionaron las gráficas como fue la página oficial de la Iglesia “Nuestra señora de los Dolores de Quiamare” dirigida por el señor Kelvin Guzmán y al Ing. Raúl Guzmán que efectuó la composición gráfica.

Valle Mágico, La Asunción, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta Venezuela.15.09.2020.


jueves, 14 de enero de 2021

En Honor a Mis Ancestros

Genealogía de algunas familias e historia de ciertos acontecimientos sobre Zaraza, Venezuela y el mundo


Este es el título del libro que está próximo a publicarse y cuyo autor es el doctor Henry Agobian Viettri, nativo de Zaraza. El libro es producto de una exhaustiva investigación dentro y fuera de Venezuela, efectuada durante varios años y que abarcó casi todos los registros parroquiales y civiles de la zona del Oriente, los llanos y Caracas. Para aquellos interesados en la historia de los pueblos de la cuenca del Unare y de los apellidos de la zona, la publicación de este libro significa una gran ayuda, puesto que esta basado en fuentes documentales primarias, en la mayoría de los casos con información inédita, nunca antes publicada y que aclara las dudas o complementa la información de otros cronistas de la zona.

Henry Agobian es hijo de Georges Agobian Emboz y de la Zaraceña Consuelo de la Cruz Viettri Jaramillo. En lo que respecta a la zona de la que nos hemos ocupado casi siempre en este blog, es descendiente directo del guanapense Vicente Ferrer de Armas Cañas, al ser su madre Chozna de este último. Igualmente es descendientes de importantes familias fundadoras de la población de Zaraza.

Actualmente Henry Agobian Viettri ocupa el cargo de Juez Titular del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, en la población de El Tigre. Tiene una amplia experiencia y formación profesional en el área del derecho y para aquellos que deseen, la pueden descargar haciendo clic AQUI.

Esperamos pues, la pronta publicación de tan importante obra para la zona de la cuenca del Unare.

(Publicado originalmente por Julio José González Chacín el lunes 17 de noviembre de 2014)