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martes, 1 de septiembre de 2020

ALGUNAS FUNDACIONES DE PUEBLOS Y CIUDADES EN EL ORIENTE VENEZOLANO

 

Antecedentes

“Están ciertamente, los pueblos fundados, los templos construidos, la pacificación de los indios y el sacrificio de cientos de nuevos pobladores; pero la pobreza de la región, incluso para la agricultura, la fiereza y la inconstancia de las diversas tribus, la poca ayuda que la distante Corona podía prestar a este grupo de pioneros y, en fin, las pugnas finales entre pueblos de Doctrina y de Misión, impidieron que se realizara una labor más duradera en estas tierras de Oriente. A todo esto hay que añadir  las Guerras de Independencia que retrasaron el desarrollo a futuro en los sectores cultural, económico y social, con el agravante de que las Misiones no tuvieron sustitutos.

Misión de Nuestra Señora de Loreto-Siglo XVIII

En esta región, como en toda Venezuela, la agricultura y la ganadería fueron El Dorado de los españoles. En la imposibilidad de encontrar yacimientos de oro, aunque al principio se pensó que podría haberlos en las orillas del Neverí, el colonizador se fué al campo y en el fundó su imperio capitalista de tierras. La agricultura, la ganadería y el comercio se dieron la mano y correlacionaron estrechamente durante el período colonial. Ellos impulsaron el progreso de la zona y fueron base de la incipiente economía venezolana. Se mantendrán en crecimiento durante la primera década del siglo XIX, pero un decaimiento forzoso vendrá con las guerras de la Independencia, con las revoluciones y con la Guerra Federal.

Formada ya en el siglo XVIII la provincia, con su tipismo racial, con sus características propias y su identidad especial, las clases sociales, que en otras regiones entablaron pleitos por puestos o bastiones y mostraron superioridad alegando sangre azul, aquí en el Oriente se mantendrán en relativa igualdad, debido a la escasez de población, al influjo de las Misiones y, especialmente, porque la gran mayoría de los pueblos, fuera de los de Barcelona y Aragua, permanecieron con los habitantes indígenas.

Por consiguiente, no se notará mucho en la región lo que podríamos llamar abolengo o nobleza en el sentido de la clase social, pués los mismos apellidos antiguos, que luego se distinguirán mucho por su heroísmo en las guerras de la Independencia, no ostentarán títulos de Condes o de Marqueses sino que más bién hay que hablar de una nobleza nacida del esfuerzo de las manos, la ingeniosidad, el talento y de la constancia y perseverancia en la virtud. Naturalmente que no se quiere decir que no faltaran gentes encopetadas, ciudades que quisieran ser de alcurnia como Aragua y damas de campanilla, que se hacían tender alfombras por sus esclavos para ir de su casa al templo parroquial.

Las guerras de Independencia y el período que abarcó desde Carabobo hasta la Tercera República, no solo dejaron diezmada la región en su parte económica, en su ganadería y en su población, sino que el más completo atraso y abandono campeaba por sus fueros en todos sus órdenes. La instrucción no solo estaba en bancarrota, sino que de hecho fue casi siempre nula. De universidades ni hablar, pués ya se sabe que solo existían las de Caracas y Mérida; de la enseñanza media o bachillerato no se había podido fundar el Colegio Nacional y la instrucción primaria solo era impartida por personas particulares en escuelas privadas. En cuanto a carreteras y caminos vecinales, piénsese que solo hacia 1940 se hace la carretera Barcelona – El Tigre y que para 1930, todos los viajes y el comercio hacia Caracas y Guayana se hacían por los barcos de cabotaje que tocaban en Guanta, pues por tierra, máxime en invierno, toda comunicación terrestre era irrealizable. Lo mismo puede decirse de las comunicaciones hacia el Guárico, Sucre, Monagas y Miranda. La mala organización de la Hacienda hacía imposible toda actividad sanitaria y el paludismo, el sarampión, la viruela, la disentería, el tifus, la tuberculosis y otras enfermedades azotaban la región y cobraban cientos de vida, sobre todo en la población infantil. Los correos y las comunicaciones estaban en pésimas condiciones. En lo referente a la administración de la justicia, especialmente en lo tocante a tribunales menores, puede decirse que era un mito en la región.


En la época post independentista, tampoco  la zona actual de Anzoátegui pudo conseguir un desarrollo significativo en su aspecto cultural, pues al principio hubo las pugnas y divisiones individuales y de grupos para mantener la Gran Colombia, lo cual impidió la reconstrucción del país, del caos y la muerte en que lo dejó la Guerra Larga. Vinieron más tarde las hegemonías de Páez, Monagas y otras, las luchas de liberales y conservadores que fueron rémora hacia un avance definitivo. A estos males hay que añadir, el máximo de ellos. La Revolución Federal, sin olvidar la Revolución Azul, que siguió regando sangre y odio al país y cercenando todo deseo y buena voluntad de progresar a través de la cultura “(1).


(1)Constantino Maradei Donato. Historia del Estado Anzoátegui. Publicaciones de la Presidencia de la República.

 

 

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