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viernes, 13 de agosto de 2021

Reseña sobre los hermanos Correa Guevara y su descendencia en Venezuela


¿Miguel Segundo o Miguel María?


El objetivo de esta pesquisa es precisar la identidad de los hermanos Miguel María y Ramón José Correa Guevara; sobre todo la de Miguel Segundo Correa, ancestro de muchas familias de la Cuenca del Unare. Para este fin, revisamos numerosos escritos y fuentes de información en línea para cotejar sus datos con los relatos conservados por la familia. Aparte de esto, nos comunicamos con dos historiadores de Ceuta, tierra natal de los Correa Guevara: Don Luis Mauricio Ortiz y Don José Luis Gómez Barceló. Ambos escriben para la Real Academia de la Historia de España, y el último es el cronista oficial de dicha ciudad. Gentilmente, estos académicos me dieron su opinión sobre el tema y suministraron copia de importantes documentos.

 En cuanto al mencionado Miguel Segundo Correa, nuestra tradición oral lo describe someramente como un oficial del ejército del Rey; quién, en tiempos de la Guerra de Independencia de Venezuela, desposó a una joven de una distinguida familia de la región. Los documentos revisados distinguen a dos hombres con el mismo nombre, que bien podrían ser padre e hijo, pues concuerdan con datos de la memoria oral y la línea temporal de los sucesos que esta narra. Es menester aclarar que la tradición oral de nuestra familia no afirma que fue un oficial español, sino un comandante realista; incluso, añade que era pardo.

 

El primero de los hermanos Correa Guevara era Miguel María de la Asunción Eusebio Ramón José Juan Evangelista Correa de Afranca y Guevara Vasconcelos (1761 - c.1823); miembro de una estirpe de militares españoles radicada en Ceuta (Marruecos español). Su padre, Melchor Correa de Franca(según la partida de bautizo[1] tenía a la fecha el grado de Capitán en el Batallón Fijo de esa ciudad. Era natural de Calatayud (Aragón) y su esposa, María de la Concepción Guevara Vasconzelos, provenía de Cádiz (Andalucía). Aquí hay una discrepancia: el expediente de hidalguía de su familia, que reposa en el Archivo Central de Ceuta y fue examinado por el académico Gómez Barceló, afirma que el apellido es Correa de Afranca. Sin embargo, el acta bautismal dice Franca y confirma sus ocho nombres y su fecha de nacimiento: 14 de agosto de 1761. El historiador Luis Mauricio Ortiz indica, en un artículo de su autoría[2], que Manuel de Guevara Vasconcelos, tío de los Correa y posteriormente Capitán General de Venezuela (1799-1807), fue enviado a Puerto Rico con su regimiento a comienzos de los 1780s. Es razonable pensar que, tal como haría luego con su sobrino menor, llevó consigo en esa ocasión al mayor para encaminarlo. En esa época, si no tenían tierra y fortuna, los hidalgos hacían carrera en la milicia, la iglesia o la burocracia estatal. Por ejemplo, su otro tío, el famoso abate y académico, José Guevara y Vasconzelos, tuvo posiciones muy importantes en La Corte de España; donde solicitó varias veces un cargo de alto nivel en América para su hermano Manuel.

 

Tomando a Puerto Rico como referencia, revisamos los registros parroquiales de la isla disponibles en internet. El objetivo específico era ubicar algún documento sobre Miguel María Correa Guevara. Si bien el nombre Miguel Correa apareció varias veces, en algunos casos con otros apellidos que no vienen al caso, sólo encontramos a un individuo con ese nombre ubicable en su lapso vital: 1761-1823. Según una partida de defunción registrada en Loíza, Puerto Rico, este segundo Miguel Correa nació en 1783 y falleció en 1823;[3] lo cual no significa que estuvo allí toda su vida. Al menos, la fecha de defunción coincide con 1823, año registrado en algunas fichas de genealogía. Igualmente revisamos los archivos de Venezuela y no conseguimos algún Miguel Segundo Correa; salen varios Miguel Correa que vivieron en el Zulia y el Táchira o en épocas fuera del lapso en cuestión.

 

Por tanto, inferimos que este segundo Miguel pudo haber sido un hijo que el joven oficial engendró en esa isla: Miguel María y Miguel Segundo no eran la misma persona, sino, posiblemente, padre e hijo. Hasta la fecha, “Segundo”, como nombre, no provocaba controversia; pero, visto en este contexto tiene sentido: a Miguel “Segundo” lo llamaron así para diferenciarlo de su papá, homónimo. Además, en una isla con una población de apenas unos 75.000 habitantes para esa fecha, no es posible encontrar decenas de personas con el mismo nombre.

 

Otra fuente de datos, proveniente de una ficha genealógica, reporta que Miguel María Correa Guevara supuestamente estaba en Puerto Rico en 1804. Ese año se habría casado allí con la joven Florencia Hepsia deObedos.  Él tenía 43 años y ella 25, nacida en 1779.[4]  Al cruzar estos datos (al parecer suministrados por descendientes suyos) con documentos originales, logramos aclarar la información. Seguramente, estas personas son originarias de la isla y asumieron que la boda tuvo lugar en la misma, pero las evidencias indican algo distinto.

 

El 30 de octubre de 1804, “Don Miguel Correa” había sido designado, por la Secretaría de la Guerra e Indias de España, Sargento Mayor de las Milicias Disciplinadas de la Provincia de Cumaná.[5] Podríamos pensar que recibió esta asignación en Puerto Rico, pero, dos documentos originales lo ubican en España. Además, la gente no se desplazaba con la facilidad del presente para suponer que se casó en la isla, luego viajó a la Península, regresó, etc. Por tanto, estaba en España y con fecha 12 de diciembre de 1806, de su puño y letra, Miguel Correa y Guevara presentaba la relación de personas que lo acompañarían en su viaje á Venezuela: su esposa Florentina Hepsia (no Florencia), su suegra Rafaela de Obedos y Mendoza, natural de Ceuta (viuda, 50 años), y Tomás de Amaya, un criado andaluz de 18 años.[6]  Al siguiente día, 13 de diciembre de 1806, le otorgaron el pasaporte para viajar a la Guaira en el bergantín El Galgo. Por cierto, su suegra y paisana ceutí era apenas unos seis años mayor él; su esposa, en tanto, 18 años más joven. Hay muchas opciones que explorar con base a estos datos: lo ubicamos en Oriente, Cumaná, a comienzos del siglo XIX; lo cual lo acerca a la región del Unare. Viene casado, y por su edad, puede pensarse esta era la segunda esposa que se cree tuvo. Sin embargo, algunos opinan que más bien era la primera y que la segunda fue Sinforosa Arveláiz. Esta creencia, veremos luego, es refutada por los documentos primarios. Los datos indican que aún en 1810 se encontraba en dicha ciudad con el mismo cargo. El 27 de abril de ese año, el Ayuntamiento de Cumaná apoyaba al de Caracas con un acta firmada por todos los notables de la ciudad. Miguel Correa y Guevara figura como comandante del cuerpo veterano y milicias.[7]

 

Otra información permite deducir que fue trasferido a Maracaibo porque, el 20 de diciembre de 1811, falleció su suegra en esa ciudad. La partida defunción informa que era viuda del Capitán Franco de Hepsia, del antiguo Regimiento De Bruselas, Guardias Valonas de España. Añade esta fuente que tuvo un “entierro cantado” con misa y vigilia; dato que muestra el nivel de esa familia [8] Recordemos que su tío Manuel había sido capitán general de Venezuela y su hermano estaba casado con la hija de Don Fernando Miyares, para la fecha, gobernador y capitán general de Venezuela. Adicionalmente, otros datos documentados reportan que, en 1814, Miguel Correa y Guevara fue designado gobernador interino de Coro. En 1817, estando en esa ciudad, recibió su ascenso a coronel y el cargo fijo de gobernador de la provincia de Coro. En 1819, encabeza la lista de miembros del gobierno provincial. Pese a la ocupación patriota de Coro a comienzos de 1821, volvió a ese cargo durante la reconquista realista ese mismo año. Por lo tanto, Miguel “Primero”, digámosle así, dejó Oriente alrededor de 1811 y permaneció en Occidente hasta su partida a Puerto Rico en 1822. En consecuencia, no parece posible que haya formado una familia en Oriente con una segunda esposa.

 

Miguel María y Ramón José

 

Exploremos otros aspectos, según el historiador Héctor Bencomo Barrios[9], en 1798 llegó a Venezuela, asignado como gobernador y capitán general, el brigadier Manuel Ramón Guevara y Vasconcelos  con dos sobrinos suyos: Miguel y Ramón. Si bien, acierta porque ambos pasaron a la América con su tío, las fechas y sitios difieren. Otra fuente, basada en sólida documentación sobre la época, precisa que Guevara Vasconcelos llegó a La Guaira el 4 de abril de 1799, “en compañía de su sobrino el teniente coronel Ramón Correa”[10]. Agrega que juntos entraron a Caracas dos días después. Bencomo Barrios, por lo visto, tenía información que ambos sobrinos habían pasado a la América con el tío; pero el joven Miguel habría llegado a Puerto Rico antes, a comienzos de los 1780s. Luego, como previamente explicamos, regresaría a la América, maduro y casado, en 1806.

 

La biografía de Ramón, su hermano menor, escrita por el investigador José Luis Gómez Barceló (Real Academia de la Historia de España), indica que este también nació en Ceuta, el 19 de mayo de 1767;[11]  seis años después que Miguel. El padre de ambos, al igual que su tío y su abuelo materno, eran militares y prestaron servicios en el Regimiento Fijo de dicha plaza. Ramón, señala la reseña de la Real Academia, ingresó como cadete a dicho cuerpo a los 16 años. Es válido suponer que su hermano Miguel, hizo lo propio a esa edad como era costumbre en las estirpes militares de antaño y de hecho en su familia. En marzo de 1786, Ramón ingresó al Regimiento de Aragón y estuvo en la defensa de su ciudad durante el sitio impuesto por el sultán marroquí Muley Yazid en 1790. Por cierto, viene al caso un dato anecdótico: José de San Martín fue quien sustituyó a Ramón Correa, como ayudante de campo del mariscal barón de Tricit, cuando Correa fue trasladado a Venezuela.

 

Ramón, que venía de ser instructor en fortificación, geometría y matemáticas, casó con Úrsula Miyares y Mancebo, hija del gobernador de la provincia de Maracaibo, Fernando Miyares (oriundo de Santiago de Cuba). Fuentes de su familia afirman se casaron el 26 de octubre de 1804; mientras, Miguel María, para la fecha estaba en el proceso de ser transferido de España a Cumaná. Pocos días después murió en Madrid el presbítero José de Guevara y Vasconcelos, la gran palanca política que esa familia tenía en la Corte. Dejó como herederos a su hermano Manuel y los cuatro hijos de su hermana; incluido Miguel María Correa.

 

Siguiendo con este último, se observa que, entre la partida de bautizo y su nombramiento como comandante de las Milicias de Cumaná, hay cuatro décadas de vacío documental. Apenas logramos deducir que estuvo muy joven en Puerto Rico y posiblemente tuvo, al menos, un hijo con una “boricua” tomando en cuenta que su tío Manuel pasó con su regimiento a dicha isla.[12] Miguel María tendría entonces unos 20 años, de modo que pudo haber engendrado a ese hijo, al menos, en 1783. Por otra parte, el historiador Ortiz puntualiza en las notas que me envió que no hay evidencias que Miguel Correa y Guevara tuvo hijos en España con la esposa que trajo a Venezuela en 1806; tampoco encontró datos sobre su presencia en Puerto Rico.

 

La versión de la Casa Fuerte: 1817 

Ninguna fuente documental menciona a algún Miguel Segundo Correa durante la independencia; sólo disponemos de la narrativa de la memoria oral de la familia. Es razonable pensar que, estando su posible padre, un tío y un tío abuelo en las alturas del poder colonial, haya pasado a Venezuela a unírseles; incluso antes de la guerra. Esta narrativa lo describe como un oficial realista (nunca se dijo era “español”) entre las tropas que tomaron la Casa Fuerte de Barcelona en 1817.[13] Allí, supuestamente, sable en mano contuvo a un grupo de soldados de sus propias filas que quería masacrar a una de las familias patriotas allí refugiadas; en la cual estaba la joven Sinforosa Arveláiz Álvarez.

 

Otra versión de esta narrativa planteaba que Miguel Correa era un pardo de Guanape. Por razones de casta, antes de la guerra, no se acercaba a las hijas de esa familia; se limitaba a admirarlas cuando se asomaban a las ventanas de su hogar y él pasaba por el frente con su caballo. En la Casa Fuerte, al grito de “Me responde con su vida quien toque a esta familia”, habría logrado ponerlas bajo su protección. Tiempo después, la familia accedería a su petición de desposar a una de las menores.   

 

Ahora bien, las Arveláiz no eran patriotas, pertenecían al grupo de familias realistas que escapó de Chaguaramal de Perales (actual Zaraza) cuando los independentistas tomaron e incendiaron la villa en 1816. Al respecto, por cierto, no hay acuerdo: unos afirman que estos la quemaron por ser un foco monárquico; otros, que sus mismos pobladores la incineraron para evitar que los insurgentes se apoderaran de sus propiedades y usaran al pueblo como centro de operaciones. Adicionalmente, esos refugiados no se ubicaron en Barcelona ni en Guanape, sino en Sabana de Uchire[14] como detalla el historiador José Antonio de Armas Chitty.[15] Agrega este que uno de los conductores de dicha emigración era justamente el párroco José Antonio Arveláiz; familiar de la joven Sinforosa y recalcitrante defensor del Rey.

 

Por otra parte, Miguel María, a quién ubicamos con su familia en Maracaibo en 1811, se encontraba en Coro para la fecha de los sucesos de la Casa Fuerte, en 1817. Una evidencia lo confirma: el 12 de julio de 1815, firmaba como gobernador interino de esa ciudad un documento para el Cura y Vicario de la misma, Joseph Fernández de Lugo.[16] En dicha ciudad prosiguió hasta su partida para Puerto Rico en 1822. Por ejemplo, a comienzos de 1821, el mariscal La Torre le pedía tomar medidas de precaución como gobernador de Coro. Un parte de guerra, lo ubica allí en enero de 1822, y su solicitud de retiro, fechada el 4 de Abril del mismo año, lo ratifica.[17] En consecuencia, la alternativa razonable es el segundo Miguel, sirviendo a la causa del Rey en Barcelona, 1817. Con sus 34 años de edad, también se acerca al perfil del personaje descrito por la memoria oral como “era mayor que ella” (Sinforosa Arveláiz).

 

Aparte de los documentos históricos, que son muy claros al respecto, hay otro aspecto de la tradición oral que considerar: los viejos de la familia recordaban que ese ancestro era pardo. Vienen a la memoria Doña Adela Barrios Itriago, Doña Rosario de Rojas y otras venerables matronas comentando cuando se referían a un pariente trigueño: “Este salió a los Correa”. Del mismo modo describían a otros: “tiene las orejas largas, itriagueras”, “nació con el cogote de los Rojas” o “alto y peludo como los Itriago”. Es decir, aparte de las narrativas, la familia conservaba cierta idea sobre el aspecto de los antepasados de cada rama.

 

En consecuencia, ese detalle de la descripción no coincide con Miguel María, español hidalgo. Al menos, que haya sido este como Don Tomás García, comandante del Valencey, a quién llamaban “el Moro” por su tez bronceada. Por tanto, Miguel Segundo, “pardo” según la tradición, cuadra mejor con el tipo de un puertorriqueño hijo de español y criolla. Más aún, nacido y enterrado (según la partida de defunción) en la famosa villa de Loíza, vecina a San Juan, tierra de tambores y hermosas morenas.

 

Sólo notas sobre Ramón José

 

Volviendo a la guerra en Venezuela, Ramón José estuvo muy activo en diferentes frentes y finalmente falleció en Puerto Cabello. Las fechas nuevamente discrepan: según la genealogía de sus descendientes, murió el 29 de abril de 1822;[18] mientras una crónica española, bien fundamentada, afirma que fue a comienzos de junio de 1822[19] en esa ciudad. Por otra parte, Bencomo Barrios especifica que el 11 de junio de 1821, Correa había embarcado en La Guaira con destino a dicho puerto.[20] Allí, por lo visto, vivió su último año, y estuvo encargado de asuntos de gobierno como Capitán General de las Provincias.

 

Aunque ninguna fuente documental determina la causa de su defunción pueden examinarse dos opciones: murió como consecuencia de heridas en combate ó fue afectado por la peste (paludismo) que diezmaba al país. El tema de las lesiones de guerra parece una reminiscencia del legado oral que dejó su familia: los testigos del suceso aportaron un testimonio que con el tiempo se fue deformando en la cadena de tradición hasta asociarlo con la batalla de Carabobo23; en la cual no participó, pues la relación de los oficiales presentes en ese combate no lo incluye.[21] No obstante, alguna dolencia como causa de muerte no se descarta. Una carta dirigida a Bolívar, por el entonces general Sucre, fechada a finales de noviembre de 1820, refuerza esta posibilidad. En ella se afirma que Correa era “un excelente hombre”, pero “el pobre antes no había podido siquiera hablar con sus enfermedades”;[22] afirmación que da mucho que pensar: “sus enfermedades”.26

 

Ramón Correa, de acuerdo a los documentos españoles, cerró su historia militar con un fracaso del cuál el mariscal Miguel de La Torre lo hacía responsable: “los desastres de Caracas”[23] y la derrota en El Concejo (20 de mayo de 1821). Ambos sucesos alteraron la disposición de sus fuerzas al obligarlo a despachar al Brigadier Morales en ayuda de Correa. En carta suya dirigida a uno de sus oficiales, citada por Bencomo Barrios,[24] La Torre lo acusa de haberse dejado “deshacer vituperablemente” y haberse aventurado a entrar en combate “sin tiempo ni razón”; dejando un saldo de once muertos, muchos heridos, y prisioneros que incluían a cuatro oficiales subalternos y al brigadier Tomás de Cires (exgobernador de Cumaná). Aparte de la pérdida de numeroso equipo militar. La Torre escribió dicha carta un día después de enterarse del descalabro, pero desconocía datos que en el presente permiten justificar la actuación del Brigadier Correa. Información de una fuente primaria (una joya, puede afirmarse) que ofrece pormenores que La Torre jamás conoció y que pasamos a detallar.

 

Los tales “desastres” ocurrieron durante la invasión del general José Francisco Bermúdez al centro del país. Como parte del plan general del Libertador, el primero de mayo de 1821, Bermúdez, con unos 900 hombres, cruzó la linea que forman los ríos Guanape y Unare; la cual demarcaba el territorio bajo control español. Poca gente traía, ciertamente, pero estaba informado que la capital y sus adyacencias se encontraban relativamente desguarnecidas debido a la concentración de fuerzas hacia el Occidente. Correa, quien al parecer se hallaba en Caracas como capitán general, envió una avanzada a enfrentarlos en Barlovento. El día 13 del mencionado mes, Correa logró dispersar una columna que había llegado a Petare; sin embargo, el resto de esta consiguió avanzar hasta Sabana Grande. Viendo que allí, aunque cansada, esa partida era una amenaza para el corazón de la capital, y que el grueso de la división oriental venía en camino, decidió evacuar la ciudad con alguna tropa y una numerosa emigración de civiles [25] Seguramente, al llegar a El Concejo despachó a los no combatientes hacia La Victoria o Valencia y se detuvo con su tropa para hacerle frente a Bermúdez. El sitio resultaba conveniente para frenarlo: un poblado con una sola calle, que más bien era un tramo del camino real que bajaba de la cercana serranía; al sur, los densos cañaverales de plantaciones como la famosa Hacienda Santa Teresa. Era una suerte de estrecho, adecuado para una mortal encerrona. Informado que Morales se acercaba en su ayuda, marchando día y noche, Correa organiza entonces sus escasos recursos para retardar, al menos, el avance insurgente. En esas circunstancias, y con el enemigo que venía reforzado de Caracas, no podía esperar; debía hacer lo mejor que pudiese con los medios al alcance y escaso tiempo. El día 20, la descubierta patriota se acerca cautelosamente a El Concejo, relata en su autobiografía el teniente Braulio Fernández; por cierto, también nativo de Zaraza. Media legua antes del poblado, descendiendo una pendiente, el sagaz llanero divisa a un inadvertido soldado realista que baja de una colina a tomar agua y regresa a su escondite. Este suceso fortuito desactivaría el plan urdido por Correa: cuando los patriotas estuvieran peleando en la única calle del pueblo, el destacamento oculto en los montes saldría a cerrarles el paso por la espalda y rodearlos: así podrían dispararles por los cuatro costados. Posiblemente, Correa no pensaba derrotar al caudillo oriental, pero sí detenerlo de esa manera para dar tiempo a Morales. Bermúdez, al enterarse de la trampa, devolvió a Fernández con cincuenta hombres de refuerzo. Su orden era atacar por sorpresa a la tropa emboscada y de disparar a los matorrales “aunque no vea nada”. La acción resultó efectiva, lograron espantar a la compañía escondida y capturar a tres heridos que lo confesaron todo. Sin dar respiro a los escapados, la avanzada entró en el pueblo al pasitrote y sostuvo el combate hasta la llegada de Bermúdez con el resto de la tropa a eso de las dos de la tarde. Siendo imposible detenerlos, Correa se retiró cuando los insurgentes lanzaban una carga a la bayoneta: “El enemigo resistió la descarga, pero no espero bayoneta para salir en fuga”; tampoco se detuvo en La Victoria donde se almacenaban las raciones de su ejército. Fue alcanzado y atacado en forma a media legua de la salida de este pueblo, pero Bermúdez decidió parar la persecución al ser informado de la inminente llegada de Morales. Anota Fernández que este venía con “nueve mil hombres de infantería y siete escuadrones de caballería: dicho por su mosca [espía] que se la capturé”.[26] Esa cifra era supremamente exagerada, pero obligó a los republicanos a retirarse y pernoctar en la serranía de las Cocuizas para evitar amanecer cercados. Al menos, cenaron bien: relata Fernández que en La Victoria habían encontrado miles de bollos de pan de maíz (“hallaquitas”) y queso en abundancia. Un día después, a las seis de la tarde, Morales se aproximó casi sin escolta hasta la línea patriota; al fondo, aunque estropeadas por las marchas forzadas, se veían sus numerosas columnas. Morales y Bermúdez, antiguos rivales en la época de la Guerra a Muerte, parlamentaron con apenas unos veinte metros de separación. Aquel, con un garrote en la mano, como lo describe Fernández, testigo presencial, le promete atraparlo con sus cazadores y granaderos a las 8 de la mañana del siguiente día. El oriental, también altanero, le responde: “Me parece tarde, cójame ahora” … Morales se despidió sin agregar palabra, Bermúdez, sabiéndose en desventaja, evitó el combate: esa misma noche ordenó retirarse sigilosamente. Al final de cuentas, había cumplido la misión de distraer y dividir a las fuerzas realistas para facilitar la concentración del ejército patriota.

 

Bodas, entierros y exilios

 Después de Carabobo, batalla decisiva, La Torre se retiró a Puerto Cabello y con premura envío a los civiles refugiados y los soldados indispuestos a la isla de Puerto Rico. Seguramente, entre ellos, la esposa de Ramón Correa y sus hijos. De acuerdo a los datos de sus descendientes, estos se establecieron luego en Santiago de Cuba. Por su lado, los de Miguel Segundo echaron raíces en Oriente. Según la genealogía de la familia Arizaleta Rojas, este se casó dos veces: en su matrimonio con Carmen Aguilar Arbeláez tuvo un par de hijos (Basilio y Rita) y tres más con Sinforosa Arveláiz (María Lina, Dolores y Martina). De ser así, María Lina, madre ancestral del tronco de los Rojas Correa, se apellidaba Correa Arveláiz y no Correa Aguilar como muchos afirmaban en el pasado. Sin embargo, la minuciosa genealogía de las familias de la Cuenca del Unare confirma que todos sus hijos provinieron de su unión con Sinforosa; aunque se desconocen sus fechas de nacimiento para establecer una linea temporal. Se deduce, por la fecha de nacimiento de su esposo, Camilo Rojas de la Fuente de Cristal, que María Lina nació alrededor de 1821. Lamentablemente, como establece un autor clásico del tema: “La cronología es el punto débil de las tradiciones orales”.[27]

Al respecto, el arquitecto Tomás Rojas Vecchionacce, que realizó una impresionante investigación junto con otros familiares[28], señala que el primer matrimonio habría sido en Puerto Rico y el segundo en Venezuela con la mencionada Sinforosa. La tal Carmen era una descendiente suya llamada Carmen Dolores Aguilar Correa. No obstante, como muestran los documentos discutidos, Miguel María Correa estaba en el Occidente del país desde 1811. Por lo tanto, la boda fue con Miguel Segundo, a quien suponemos hijo del primero y vino a Venezuela en algún momento posterior a la llegada de sus tíos en 1799 o de su padre en 1806. Incluso, pudo haber llegado en plena guerra con los numerosos regimientos que desde Puerto Rico vinieron a reforzar al Ejército del Rey.

 

Otra controversia se desprende de este tema: hasta el presente se distinguen los apellidos Arbeláez y Arveláiz como si se tratase de dos familias diferentes. Podemos pensar que, mientras diferimos el análisis para otra ocasión, hubo un error de transcripción en algún momento de la historia; el cual, por uso y costumbre, quedó establecido como un hecho. Al propósito, es menester aclarar que al cotejar fuentes no estamos descontando nuestra tradición oral. Sabemos que dentro de sus limitaciones “no está necesariamente desprovista de veracidad”.[29] No obstante, el rigor de la historia exige confrontarla con otras fuentes para recrear los sucesos y sus condiciones. Al final, entre todas las hipótesis o interpretaciones posibles, tratamos de escoger la más verosímil y mejor sustentada por los datos.

 

Conclusión


Para concluir, deseo expresar mi agrado por haber conseguido información testimonial que permite aclarar la derrota de El Concejo; detalle que manchaba la limpia hoja de servicios del Brigadier Ramón Correa; quien, amén de sus servicios militares en España, tuvo una notable carrera en Venezuela sin cubrirse con la sangre de civiles o soldados ejecutados injustamente. La proclama de Bolívar para los habitantes de la Provincia de Caracas (1821), citada por Bencomo Barrios, apoya esta afirmación: “Vuestro temor con respecto a las armas del Rey en sus terribles reacciones no es ya fundado, porque los jefes españoles son los generales La Torre y Correa, no Boves y Morales.”[30] La sola diferencia entre unos y otros que expresa el Libertador define a Correa como un verdadero caballero. Al respecto, Pérez Tenreiro señala que “Don Ramón Correa, quien como se sabe era muy apreciado, especialmente por el Libertador”.[31] Cabe añadir, que fue uno de los entusiastas  participantes  en la discusión y firma del Tratado de Armisticio que derogó la Guerra a Muerte (Trujillo: 25 /11/1820).

También deseo agregar qué dicen los estudios individuales de genética: aparte de mostrar los componentes del ADN personal, ofrecen unas listas familiares conocidas, en orden de proximidad, e incluye insospechados parientes; unos cercanos, otros lejanos. Sorprende que en mi lista aparecen muchos cubanos, y no pocos puertorriqueños,[32] porque nuestra genealogía no tiene ancestros directos con ese origen. Varias veces conversé el hallazgo con nuestro querido genealogista e historiador, Julio González Chacín. Posiblemente, se trata de personas que comparten con nosotros antepasados comunes de muy diferentes ramas. Más, la identificación de los ancestros comunes se logrará en la medida que más gente obtenga su perfil genético; información que enriquecerá nuestra historia familiar.

Finalmente, es posible plantear – con la circunspección que la historia exige – que los datos de Miguel, el puertorriqueño, encajan mejor en el perfil de nuestra tradición oral. Aún falta por determinar cómo este ancestro llegó a la Cuenca del Unare: si vino de modo personal o con las numerosas tropas realistas que arribaron desde Puerto Rico.[33] Igualmente, hay que precisar cuándo y cómo salió del país para ir a morir a su terruño a los 40 años. Si se mantuvo fiel a la causa del Rey, posiblemente zarpó hacia esa isla con los leales a España que capitularon entre 1821 y 1823 en diversos puntos del país como Cumaná, Puerto Cabello y Maracaibo. De Cumaná, salieron 3 jefes, 23 oficiales y 226 efectivos de tropa el 15 de octubre de 1821;[34] después de rendir la plaza a los patriotas. ¿Estaba entre estos Miguel Segundo Correa?

Nada está escrito en piedra, estas son conclusiones temporales hasta tanto consigamos nuevas evidencias. Seguimos investigando y seguiremos escribiendo...

Rómulo G. Rojas Crasto. Respetable Logia "Luz y Armonía" Nº 83, San José de Guaribe, estado Guárico, Venezuela.

Julio, 2021



NOTAS

[1] Cortesía del historiador Luis Mauricio Ortiz, copia de los archivos de Ceuta.

[2] Luis Mauricio Ortiz, Manuel de Guevara Vasconcelos y Pedrajas. Ceuta, 1739 – Caracas, 1807. PDF. 3 Ibídem.

[3] Familysearch.org. Registros Parroquiales de Puerto Rico: 1645-1969.

[4] Geneanet.com

[5] Fotografía del nombramiento original, cortesía del historiador (RAE) Luis Mauricio Ortiz.

[6] Fotografía de la relación original, cortesía del historiador (RAE) Luis Mauricio Ortiz. 8 Fotografía del pasaporte original, cortesía del historiador (RAE) Luis Mauricio Ortiz.

[7] Copia del Acta de Cumaná en apoyo al Ayuntamiento de Caracas por el 19 de abril de 1810. cortesía del historiador (RAE) Luis Mauricio Ortiz

[8] FamilySearch: Venezuela Catholic Church Records, Defunciones 1794-1870.

[9] Héctor Bencomo Barrios, “Correa y Guevara, Ramón”, Diccionario de Historia de Venezuela, DHV (s/f) http://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv Revisado Junio 2021.

[10] www.mcnbiografías.com. El autor, identificado con la sigla MLS, se apoya en los trabajos de H. García Chuecos, Siglo Dieciocho Venezolano (Caracas: Ediciones Edime, s/f) y M. Lucena Salmoral, Vísperas de la Independencia Americana (Caracas: Alhambra, 1986).

[11] José Luis Gómez Barceló, “Ramón José Correa y Guevara”, Diccionario Biográfico Electrónico de la Real Academia de la Historia (s/f) http://dbe.rah.es/biografias Revisado Junio 2021.

[12] José Luis Gómez Barceló, “Manuel Ramón Guevara y Vasconcelos”, Diccionario Biográfico Electrónico de la Real Academia de la Historia (s/f) http://dbe.rah.es/biografias Revisado Julio 2021.

[13] Miguel Segundo Correa no fue general ni figura en el alto mando realista. Posiblemente, tenía un rango intermedio a nivel de capitán. Algunas notas en internet, sin base alguna, lo llaman “General”.

[14] Exactamente, el pueblo natal de los Rojas Correa como Juan María, nacido allí en 1851.

[15] J. A. de Armas Chitty, Zaraza. Biografía de un Pueblo (Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1983), 63.

[16] Fotografía del Documento de la Sección Cementerios de la AMM. Parte II. Coro 12/07/1815. Cortesía del historiador Luis Mauricio Ortiz.

[17] Notas de resumen sobre Miguel Correa y Guevara, cortesía del historiador Luis Mauricio Ortiz.

[18] ancestry.com. Ramón y Correa family tree. Revisado junio 2021.

[19] Pedro Tomás de Córdoba, “Recuerdos Sobre la Campaña de Costa-Firme Durante el Mando en Jefe del Mariscal D. Miguel de la Torre”, Revista de España, de Indias y del Extranjero, vol. 8 (Madrid: Imprenta de la Publicidad, 1847), 118. Google Books. Revisado junio 2021. La Torre “tuvo el disgusto de ver desaparecer el 4 de agosto al brigadier D. José Pereira, víctima de una fiebre endémica en el país”.

[20] Bencomo, “Correa y Guevara, Ramón”, DHV. Ese viaje intriga: Correa era el Capitán General, lógicamente debía quedarse en la capital o ir a reunirse con La Torre en San Carlos justo cuando los insurgentes preparaban una ofensiva. Llegó con Morales a Caracas el 26 de mayo y quince días luego zarpaba hacia Puerto Cabello, teniendo la carretera libre para la fecha. Ante estas contradicciones, puede pensarse que su salud empeoró (herido o enfermo) y lo mandaban a bien morir entre los suyos! 23 Aclaratoria que envíamos al historiador Gómez Barceló, pues su reseña indica fue herido en Carabobo.

[21] Héctor Bencomo Barrios, Campaña de Carabobo 1821 (Caracas, Comando del Ejército de Venezuela, 1991), 74-78.

[22] Antonio José de Sucre, De Mi Propia Mano (Caracas: Editorial Arte, 1981), 19. Siete meses antes, Ramón Correa estuvo muy enfermo, contaba 54 años, más de veinte en Venezuela y diez en campaña.  26 El historiador Asdrúbal González afirma que el Diario del Mariscal La Torre  anota que Ramón Correa llegó muy enfermo en Puerto Cabello donde murió y fue sepultado.

[23] Córdoba, Recuerdos, 319.

[24] Bencomo, Campaña de Carabobo, 115.

[25] Pérez, 170. La población realista temía represalias de los insurgentes, el sólo nombre del furioso Bermúdez infundía temor. El cura de la Victoria decía a Braulio Fernández que huían de los patriotas porque: “Hijo, me dicen que la patria viene quemando la tierra” Este lo calmó y trajo consigo a su pueblo.  30 Braulio Fernández, Alto Esa Patria Hasta Segunda Orden. Autobiografía de Braulio Fernández (Caracas: Editorial La Gran Papelería del Mundo, 1969), 6. Fernández y catorce jinetes escogidos formaban esa avanzada, capaces de pelear como lanceros a caballo o apearse a disparar sus carabinas.

[26] 31 Ibid.

[27] Jan Vansina, La Tradición Oral (Barcelona: Editorial Labor, 1968), 5.

[28] En ese grupo de investigadores estaban el mencionado Tomás Rojas, su padre el Cnl. José Tomás Rojas Graffe, su tío Hugo Vecchionacce Rojas, el primo Edmundo Rojas y doña Margot Rojas Medina; otra celosa guardiana de la tradición histórica de la familia.

[29] Vansina, 13.

[30] Ibid, 115.

[31] Tenreiro, 85.

[32] Mi perfil de ADN con la firma “23 & Me” me presenta: 112 parientes con ancestros de Cuba (47 de ellos con sus cuatro abuelos cubanos); 75 de Puerto Rico (32 con sus cuatro abuelos de la isla). Después de Venezuela con 262 personas y los EEUU con 198 (incluyendo primos conocidos, radicados en el país), Cuba y PR ocupan el tercer y cuarto lugar (!).

[33] De Puerto Rico partió la expedición de Monteverde en 1812, de allí Salomón reforzó sus fuerzas en

1813 y Morillo integró un regimiento veterano a su ejército camino a Venezuela en 1815. José Semprún Bullón, Capitanes y Virreyes. El Esfuerzo Bélico en la Contienda Hispanoamericana (Madrid: Ministerio de Defensa, 1999).

[34] Córdoba, Recuerdos, 246.



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