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jueves, 12 de mayo de 2022

Visita Pastoral del Arzobispo Silvestre Guevara y Lira a Carora en 1865

Silvestre Guevara y Lira nació en la población de Chamariapa, actualmente Cantaura, Estado Anzoátegui, en 1814. Tuvo varios hermanos. En Cantaura desarrolló la primaria y en Caracas hizo los estudios filosóficos y teológicos en la Universidad Central de Venezuela que era regentada por la Iglesia Católica en ese momento.

Fue ordenado sacerdote por Mons. Méndez en 1835. Comenzó sus trabajos en Cantaura y en la parroquia Santa Eulalia de Barcelona, actual Catedral de Barcelona. Pero antes de trabajar en Barcelona, había trabajado en Aragua de Barcelona, Maturín , San Joaquín y Santa Rosa.

En 1847 fue vicario de la Diócesis de Guayana. En 1849 se le nombra senador por la Provincia de Barcelona. Fue el primer arzobispo consagrado en Caracas. Recibió la ordenación obispal de manos de Mons. Mariano Fernández Fortique el 27 de septiembre de 1853. Tuvo enfrentamientos con el gobierno de Antonio Guzmán Blanco y fue expulsado del país. Asistió al Concilio Vaticano I. Una vez que regresó a Venezuela, muere en Caracas en 1882 a los 68 años. Sus restos reposan en la Catedral de Caracas.


Silvestre Guevara y Lira 

Silvestre Guevara y Lira, nativo de Chamariapa (1814), hoy Cantaura del Estado Anzoátegui, llegó a Angostura bajo la protección de Monseñor Mariano de Talavera y Garcés, quien lo había convencido durante una visita pastoral para que siguiera la carrera de sacerdote. Contaba 25 años de edad cuando Monseñor lo tonsuró y nombró Sacristán Mayor y en esa posición se hallaba cuando Monseñor Mariano Fernández Fortique fue nombrado Obispo de la Diócesis debido a la renuncia de Monseñor de Talavera. Monseñor Fernández Fortique le concedió en 1843 el Presbiterato y lo hizo pro secretario de su visita pastoral que durante dos años y siete meses realizó por las parroquias de la entonces extensa Diócesis de Guayana.

Monseñor Fernández Fortique no tuvo Vicario General, pero cada Provincia tenía un Vicario Foráneo. En el caso de Guayana lo era Fray Arcángel de Tarragona, pero en la lista dada a conocer por el Pbro. Guevara Carrera aparece el Pbro. Dr. José Manuel Mendoza ejerciendo de Vicario en 1845, un año antes de Silvestre Guevara y Lira. Efectivamente, Fernández Fortique al dejar la Diócesis en 1847, nombró al Pbro. Silvestre Guevara, Provisor y Vicario General Gobernador del Obispado, responsabilidad que ejerció hasta abril de 1852, cuando fue designado por el Congreso Arzobispado de Caracas.

Vale decir, que Silvestre Guevara fue electo diputado al Congreso por Guayana para los períodos 1848-1851 y 1851-1854 y mientras estuvo activamente incorporado ejercieron el Vicariato el Pbro. Dionisio Centeno y el Pbro. León Martínez. Las bulas para su elevación episcopal fueron expedidas por el Papa Pío IX, el 27 de septiembre de 1852 y fue consagrado el 6 de febrero de 1853, en la Iglesia San Jacinto de Caracas. En su lugar quedó como Vicario General el Pbro. José Leandro Aristeguieta y Alcalá.

Autor: Américo Fernández

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El Arzobispo de Venezuela Dr. Silvestre Guevara y Lira tenía ganado ya un buen prestigio al llegar a Carora, pues había firmado el Decreto de Abolición de la Esclavitud en 1854, logró firmar un Concordato con la Santa Sede (1862), llamado por Hermann González Oropeza “un Concordato frustrado”, puesto que fue rechazado por el Congreso. Años después de su visita a Carora, asistió Guevara y Lira al Concilio Vaticano I (1868), a su regreso fue expulsado del país por el gobierno de Guzmán Blanco. En 1874  Guzmán Blanco propuso que lo sustituyera un caroreño, el Obispo de Guayana Monseñor José Manuel Arroyo Niño Ladrón de Guevara (1814-1884) y debió enfrentar la idea guzmancista de crear una Iglesia venezolana e independiente de Roma (1876).

Arzobispo Silvestre Guevara y Lira
 

 Vino a Carora a preparar el terreno para que fuese ejecutada la Bula de Erección del Obispado de Barquisimeto, la que fue firmada  el 16 de diciembre de 1865.  Guevara y Lira debió afrontar en Carora un problema que era correlato de la precaria situación en que se hallaba la Iglesia después de la Independencia. Un grupo de cófrades de las hermandades caroreñas, encabezados por Rafael A. Álvarez, José María Zubillaga, Agustín A. Álvarez, Ramón Urrieta, Flavio Herrera, Antonio María Zubillaga y el judío converso Jacobo Haím Curiel,  miembros de la godarria caroreña. Refieren ellos al Arzobispo que las cofradías: “Que en otros tiempos tenían fondos más que suficientes (...) sus cuentas están reducidas a su más sencilla expresión (...) y que muchas de sus posesiones de valor y algunos censos se hagan en poder de los herederos del último mayordomo, José Paulino Guerrero”. La Guerra Magna, el descuido y el poco celo acabó, decían, con lo que llegó a ser una gran riqueza. Pidieron entonces a Guevara y Lira: “Solucionar el complicado negocio de las cofradías dejando instrucciones y facultades al Vicario Foráneo (...) y aún nos parece que alguna persona con nombramiento, formal de su Señoría Ilustrísima podría arreglar ese negociado y desenmarañar ese hilo de cofradías.”

 Estas posesiones de valor a las que se refieren estos caroreños no son otras que las que hoy forman las tierras más fértiles del Municipio Torres en los valles del Río Quediches. Habría que averiguar de qué manera fueron transferidas esas ricas tierras por los herederos de su último mayordomo José Paulino Guerrero a sus actuales poseedores. Eran esas posesiones las llamadas “Cofradías del Montón”, tal y como se le llamaban en el siglo XVIII. El Obispo Martí refiere que “las que nombran del Montón” eran las cofradías del  Santísimo Sacramento, Nuestra Señora del Rosario, El Glorioso Príncipe de los Apóstoles Señor San Pedro, San George y Las Benditas Ánimas del Purgatorio. Fueron estas cofradías las responsables de que, desde principios del siglo XVII, fueran ganadas para la producción agropecuaria las inmensas y fértiles tierras ubicadas al Oeste de la ciudad de Carora, la zona de calor húmedo de la Vicaría. Aún no se ha hecho un estudio sistemático y profundo de este proceso de colonización de esta ubérrima zona del Municipio Torres. Nosotros podemos adelantar que tales tierras fueron pedidas por Pedro y Andrés de Almarás al Capitán General de la Gobernación Señor Don Francisco de Oberto para que “conceda en que puedan pastar las yeguas de esta Sta. Cofradía y otros ganados que adquirieran en tiempo futuro en tierras baldías en los ejidos del común...”. Aparecen en el  documento los nombres de Diego Gordon, Francisco de la Hoz Berrio (Gobernador de Venezuela entre 1616 y 1622), Pedro Delomar, Alonso Sánchez Cambero (párroco de la iglesia de San Juan Bautista del Portillo de Carora), Diego González Rodríguez de Narváez, Martín de la Peña, Francisco Cano Galera, Francisco Bazán, Alonso Serrano y Andrés Gordon.

En estas tierras ejidales se asentaron las cofradías “del Montón” en los alrededores de los sitios de Burerito, elevado a curato por el Obispo Martí en 1776, Guede, Hueso de Venado, Cadillar, Venadito, La Sabaneta, Daguayure, La Redonda, Zaragoza, Lagunicha, Los Quediches y Boraure.  Estaban muy activas esas cofradías  a principios del siglo XIX.  Durante la Guerra de Independencia constituyó un apetitoso botín para los bandos en pugna por sus numerosos ganados, yeguas, cabras, caballos, mulas, burros, marranos, aves de corral, quesos, maíz, plátanos, piñas; así como también sus caudales y su mano de obra tanto esclava como libre. Pero sus administradores ayudaban tanto a patriotas como a los partidarios del rey de España.

 

Fuente: Luis Eduardo Cortés Riera. Cronista Oficial de Carora.

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