Silvestre Guevara y Lira nació en la población de Chamariapa, actualmente Cantaura, Estado Anzoátegui, en 1814. Tuvo varios hermanos. En Cantaura desarrolló la primaria y en Caracas hizo los estudios filosóficos y teológicos en la Universidad Central de Venezuela que era regentada por la Iglesia Católica en ese momento.
Fue ordenado sacerdote por Mons. Méndez en 1835. Comenzó sus trabajos en Cantaura y en la parroquia Santa Eulalia de Barcelona, actual Catedral de Barcelona. Pero antes de trabajar en Barcelona, había trabajado en Aragua de Barcelona, Maturín , San Joaquín y Santa Rosa.
En 1847 fue vicario de la Diócesis de Guayana. En 1849 se le nombra senador por la Provincia de Barcelona. Fue el primer arzobispo consagrado en Caracas. Recibió la ordenación obispal de manos de Mons. Mariano Fernández Fortique el 27 de septiembre de 1853. Tuvo enfrentamientos con el gobierno de Antonio Guzmán Blanco y fue expulsado del país. Asistió al Concilio Vaticano I. Una vez que regresó a Venezuela, muere en Caracas en 1882 a los 68 años. Sus restos reposan en la Catedral de Caracas.
Silvestre Guevara y Lira
Silvestre Guevara y Lira, nativo
de Chamariapa (1814), hoy Cantaura del Estado Anzoátegui, llegó a Angostura
bajo la protección de Monseñor Mariano de Talavera y Garcés, quien lo había
convencido durante una visita pastoral para que siguiera la carrera de
sacerdote. Contaba 25 años de edad cuando Monseñor lo tonsuró y nombró
Sacristán Mayor y en esa posición se hallaba cuando Monseñor Mariano Fernández
Fortique fue nombrado Obispo de la Diócesis debido a la renuncia de Monseñor de
Talavera. Monseñor Fernández Fortique le concedió en 1843 el Presbiterato y lo
hizo pro secretario de su visita pastoral que durante dos años y siete meses
realizó por las parroquias de la entonces extensa Diócesis de Guayana.
Monseñor Fernández Fortique no
tuvo Vicario General, pero cada Provincia tenía un Vicario Foráneo. En el caso
de Guayana lo era Fray Arcángel de Tarragona, pero en la lista dada a conocer
por el Pbro. Guevara Carrera aparece el Pbro. Dr. José Manuel Mendoza
ejerciendo de Vicario en 1845, un año antes de Silvestre Guevara y Lira.
Efectivamente, Fernández Fortique al dejar la Diócesis en 1847, nombró al Pbro.
Silvestre Guevara, Provisor y Vicario General Gobernador del Obispado,
responsabilidad que ejerció hasta abril de 1852, cuando fue designado por el Congreso
Arzobispado de Caracas.
Vale decir, que Silvestre Guevara fue electo diputado al Congreso por Guayana para los períodos 1848-1851 y 1851-1854 y mientras estuvo activamente incorporado ejercieron el Vicariato el Pbro. Dionisio Centeno y el Pbro. León Martínez. Las bulas para su elevación episcopal fueron expedidas por el Papa Pío IX, el 27 de septiembre de 1852 y fue consagrado el 6 de febrero de 1853, en la Iglesia San Jacinto de Caracas. En su lugar quedó como Vicario General el Pbro. José Leandro Aristeguieta y Alcalá.
Autor: Américo Fernández
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El Arzobispo de Venezuela Dr. Silvestre Guevara y Lira tenía
ganado ya un buen prestigio al llegar a Carora, pues había firmado el Decreto
de Abolición de la Esclavitud en 1854, logró firmar un Concordato con la Santa
Sede (1862), llamado por Hermann González Oropeza “un Concordato frustrado”,
puesto que fue rechazado por el Congreso. Años después de su visita a Carora,
asistió Guevara y Lira al Concilio Vaticano I (1868), a su regreso fue
expulsado del país por el gobierno de Guzmán Blanco. En 1874 Guzmán Blanco propuso que lo sustituyera un
caroreño, el Obispo de Guayana Monseñor José Manuel Arroyo Niño Ladrón de
Guevara (1814-1884) y debió enfrentar la idea guzmancista de crear una Iglesia
venezolana e independiente de Roma (1876).
Vino a Carora a
preparar el terreno para que fuese ejecutada la Bula de Erección del Obispado
de Barquisimeto, la que fue firmada el
16 de diciembre de 1865. Guevara y Lira
debió afrontar en Carora un problema que era correlato de la precaria situación
en que se hallaba la Iglesia después de la Independencia. Un grupo de cófrades
de las hermandades caroreñas, encabezados por Rafael A. Álvarez, José María
Zubillaga, Agustín A. Álvarez, Ramón Urrieta, Flavio Herrera, Antonio María
Zubillaga y el judío converso Jacobo Haím Curiel, miembros de la godarria caroreña. Refieren
ellos al Arzobispo que las cofradías: “Que en otros tiempos tenían fondos más
que suficientes (...) sus cuentas están reducidas a su más sencilla expresión
(...) y que muchas de sus posesiones de valor y algunos censos se hagan en
poder de los herederos del último mayordomo, José Paulino Guerrero”. La Guerra
Magna, el descuido y el poco celo acabó, decían, con lo que llegó a ser una
gran riqueza. Pidieron entonces a Guevara y Lira: “Solucionar el complicado
negocio de las cofradías dejando instrucciones y facultades al Vicario Foráneo
(...) y aún nos parece que alguna persona con nombramiento, formal de su
Señoría Ilustrísima podría arreglar ese negociado y desenmarañar ese hilo de
cofradías.”
Estas posesiones de
valor a las que se refieren estos caroreños no son otras que las que hoy forman
las tierras más fértiles del Municipio Torres en los valles del Río Quediches.
Habría que averiguar de qué manera fueron transferidas esas ricas tierras por
los herederos de su último mayordomo José Paulino Guerrero a sus actuales
poseedores. Eran esas posesiones las llamadas “Cofradías del Montón”, tal y
como se le llamaban en el siglo XVIII. El Obispo Martí refiere que “las que
nombran del Montón” eran las cofradías del
Santísimo Sacramento, Nuestra Señora del Rosario, El Glorioso Príncipe
de los Apóstoles Señor San Pedro, San George y Las Benditas Ánimas del
Purgatorio. Fueron estas cofradías las responsables de que, desde principios
del siglo XVII, fueran ganadas para la producción agropecuaria las inmensas y
fértiles tierras ubicadas al Oeste de la ciudad de Carora, la zona de calor
húmedo de la Vicaría. Aún no se ha hecho un estudio sistemático y profundo de
este proceso de colonización de esta ubérrima zona del Municipio Torres.
Nosotros podemos adelantar que tales tierras fueron pedidas por Pedro y Andrés
de Almarás al Capitán General de la Gobernación Señor Don Francisco de Oberto
para que “conceda en que puedan pastar las yeguas de esta Sta. Cofradía y otros
ganados que adquirieran en tiempo futuro en tierras baldías en los ejidos del
común...”. Aparecen en el documento los
nombres de Diego Gordon, Francisco de la Hoz Berrio (Gobernador de Venezuela
entre 1616 y 1622), Pedro Delomar, Alonso Sánchez Cambero (párroco de la
iglesia de San Juan Bautista del Portillo de Carora), Diego González Rodríguez
de Narváez, Martín de la Peña, Francisco Cano Galera, Francisco Bazán, Alonso
Serrano y Andrés Gordon.
En estas tierras ejidales se asentaron las cofradías “del
Montón” en los alrededores de los sitios de Burerito, elevado a curato por el
Obispo Martí en 1776, Guede, Hueso de Venado, Cadillar, Venadito, La Sabaneta,
Daguayure, La Redonda, Zaragoza, Lagunicha, Los Quediches y Boraure. Estaban muy activas esas cofradías a principios del siglo XIX. Durante la Guerra de Independencia constituyó
un apetitoso botín para los bandos en pugna por sus numerosos ganados, yeguas,
cabras, caballos, mulas, burros, marranos, aves de corral, quesos, maíz,
plátanos, piñas; así como también sus caudales y su mano de obra tanto esclava
como libre. Pero sus administradores ayudaban tanto a patriotas como a los
partidarios del rey de España.
Fuente: Luis Eduardo Cortés Riera. Cronista Oficial de
Carora.
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